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Durante las últimas semanas antes del 10 de abril, la principal preocupación de la mayoría de ejecutivos y empresarios del país era que Verónika Mendoza pasara a la segunda vuelta y pudiera ser elegida presidenta del Perú; una preocupación bien fundada si repasamos los gobiernos de Chávez, Maduro, los Kirchner, Evo y Dilma.

La llegada de PPK a la segunda vuelta generó una gran sensación de alivio, y el ánimo de los empresarios y ejecutivos mejoró, como lo comprobó el alza de la Bolsa de Valores de Lima. La gran conclusión era que el próximo gobierno, sea este de Keiko o de PPK, debiera ser tan bueno que elimine la posibilidad de que la izquierda de Verónika pudiera salir elegida en 2021.

Un mes después, el tema quedó en el olvido.

La situación actual me hace pensar que es muy probable que en 2021 la izquierda pueda tener una actuación relevante. Lo más triste es que haremos responsable de esto a quien gobierne el país durante estos siguientes cinco años.

Sorprende sobremanera que después de semejante susto, estos mismos empresarios y ejecutivos no estén buscando -a través de sus gremios- que los candidatos (PPK y Keiko) se comprometan a implementar políticas públicas en los temas que más le preocupan a la población en general y que son la bandera de la izquierda: seguridad ciudadana, salud, educación, trabajo y corrupción.

Sabemos que es el Estado quien tiene que hacer su trabajo y que es poco probable que el empresariado pueda suplir las deficiencias de este. Sin embargo, son muchos los empresarios que tienen una genuina preocupación por que los problemas estructurales del país se resuelvan, muchos que se comprometerían y apoyarían las iniciativas necesarias para lograrlo. El Estado debe saber esto y aprovecharlo.

Los gremios empresariales son los llamados a revisar y aportar en los planes y compromisos de ambos candidatos. Solo sumando esfuerzos se logrará una importante transformación en los siguientes años. Un cambio con logros que no sean solo estadísticas, sino que tengan impactos reales en la población y que esta a su vez lo sienta y lo reconozca.

Más allá de la agrupación política que salga elegida en 2021, debemos tener claridad durante este siguiente quinquenio. Cada uno de los ciudadanos que formamos parte de este país debemos trabajar para lograr una equidad que permita una viabilidad social. Solo así el crecimiento del país será posible a largo plazo. Son las grandes diferencias sociales y económicas, las grietas profundas entre las personas, lo que permite que el destructivo discurso de la lucha de clases sea tan vigente en los actuales gobiernos latinoamericanos de izquierda.