Los analistas de los planes de desarrollo educativo exitosos en el mundo señalan que un factor crucial para su éxito es la presencia de un líder y vocero de la propuesta o reforma, que sea la figura visible que la encarna, y que se quede por unos 8 a 10 años al frente de ella.
El actual ministro de Educación, Jaime Saavedra, goza del reconocimiento de importantes representantes de sectores políticos, intelectuales, empresariales y medios de comunicación por sus convicciones, claridad en sus propuestas y la capacidad de maniobrar a nivel del Ejecutivo para recibir el apoyo y financiamiento necesarios.
Siendo así, ¿no sería bueno que los candidatos presidenciales para el gobierno del 2016-2021, que ya aparecen en la vitrina electoral, lo convoquen para que se quede en el cargo durante el quinquenio aludido? De este modo, sacarían la educación de la agenda de controversias para fines electorales (que sin duda la debilitan), y podrían empezar a armar un consenso multipartidario capaz de sacar adelante los siguientes pasos del plan. Eso fortalecería al actual equipo conductor y generaría una inercia positiva que cosechará sus frutos en el quinquenio siguiente. De lo contrario, corremos el riesgo de repetir el ciclo trágico de la educación peruana que cada quinquenio cancela lo hecho anteriormente, y coloca en su lugar una nueva agenda de corto plazo para los tres últimos años de gobierno (porque los dos primeros se pierden en preparar los nuevos cambios).