No puede ser que la vida política del país gire en torno a una persona que nadie ha elegido para ocupar cargo alguno. A ella no la respaldan más que los votos matrimoniales. El Perú tiene serios problemas por delante, como el fenómeno de El Niño, el congelamiento de la economía, etc., pero no los enfrenta, pues tiene a ministros sacando cara por ella en vez de hacer su trabajo. Una bancada de impresentables en el Congreso que se ha puesto a obstaculizar todo con tal de defender a la presidenta de su partido o jugar con el futuro del país, como el disparate del Lote 192.

Estamos con el cuento de las benditas agendas (“que no son mías pero me las han robado”), una muerte misteriosa, cuentas que nunca van a cuadrar, pues se manejaban en efectivo, dinero de un país extranjero patrocinando una candidatura (lo cual es un delito), arreglos con empresas constructoras para ganar obras públicas y un largo etcétera.

Si eran el vivo ejemplo “de la honestidad que hace la diferencia”, han terminado utilizando cuanto vericueto hay en el Código Penal y el Código de Procedimientos Penales.

El país está parado por falta de liderazgo de un presidente que piensa que su función es la preocupación por el futuro penal de “la pareja presidencial”. Mejor que se dedique a eso a tiempo completo, pero no desde la primera magistratura. Más daño e incertidumbre están haciéndole a la Nación en esta tragicomedia. Su herencia será un país más inseguro, desordenado y menos atractivo para las inversiones. Quienes más lo padecerán son aquellos a quienes fingieron defender y que hoy les han permitido amasar el patrimonio que ostentan.