Cuando ocurren desgracias como el incendio del centro comercial Nicolini, los medios, autoridades, políticos y ciudadanos nos rasgamos las vestiduras y nos preguntamos cómo es posible que estas cosas sucedan en nuestro país. Rápidamente buscamos responsables que carguen con la culpa de lo sucedido, probablemente más para limpiar nuestras conciencias que para lograr un cambio real.

Esta tragedia es un hecho que muestra la realidad en la que vivimos. Somos parte de una sociedad con una formalidad inaplicable (copia de los países más avanzados), combinada con una gigantesca informalidad, nacida esta de la incapacidad del Estado y de las empresas de incorporar a todos los ciudadanos. Esto es el pan de cada día en nuestras vidas, y solo cuando nos enfrentamos a hechos tan dramáticos como este, caemos en cuenta de la precariedad en la que vive el país.

La raíz de la informalidad está en la necesidad que tienen los niveles más bajos de la población de atender sus necesidades básicas de alimentación, salud, vestido y educación. En el Perú urbano, poco menos del 50% de la población pertenece a los niveles socioeconómicos D y E, quienes subsisten con un ingreso familiar promedio de 2200 y 1400 soles mensuales, respectivamente. Es por esto que una persona puede aceptar trabajar dentro de un contenedor (cerrado por fuera) con el evidente peligro y humillación que esto representa.

Las personas de bajos recursos no solo necesitan trabajo, también necesitan productos y servicios para vivir, y que las empresas formales no logran proveer. Es allí donde nace el empresario informal, quien no cumple con las leyes (impuestos, licencias municipales, etc.) porque su negocio no sería rentable, o porque ello implica interminables trámites que no tiene el tiempo o el dinero para enfrentar y que nacen de estas inaplicables normas del Primer Mundo. Esto solo ayuda a que la corrupción se instale en el Estado, pues son los malos funcionarios públicos quienes las utilizan para cobrar coimas, o para hacerse de la vista gorda, cerrando un círculo vicioso perfecto.

La formalización es vital para el desarrollo y necesitamos que cada persona dentro de la sociedad cumpla con su parte. El Congreso lo haría generando leyes aplicables y derogando malas leyes del pasado. El Ejecutivo necesita simplificar sus procesos administrativos y enfocarse en desarrollar la infraestructura para que los empresarios privados hagan las apuestas de inversión de largo plazo que muevan la economía, y todo esto al amparo de un Poder Judicial probo e impecable. Esta simplificada descripción de lo que debemos hacer solo intenta que veamos lo lejos que está nuestra realidad política, social y empresarial actual de lo que necesitamos para salir adelante. Es por esto que todos somos responsables de esta terrible tragedia.