Para las personas que se consideran humanistas, es decir, aquellos que aceptan como fundamento la naturaleza humana o los límites y los intereses del hombre, la denominada raza humana es el conjunto de los seres humanos, de todos los seres humanos. El diccionario de Filosofía de Nicola Abbagnano dice: “El concepto de raza es hoy unánimemente considerado por los antropólogos como un expediente clasificatorio apto para suministrar el esquema zoológico dentro del cual pueden ser situados los diferentes grupos del género humano. Por lo tanto, la palabra debe quedar reservada solo a los grupos humanos señalados por diferentes características físicas que pueden ser tramitadas por herencia. Tales características son principalmente: el color de la piel, la estatura, la forma de la cabeza y del rostro, el color y la calidad de los cabellos, el color y la forma de los ojos, la forma de la nariz y la estructura del cuerpo”. De la palabra o voz “raza” deviene la palabra “racismo”, que consiste en considerar que un grupo humano es superior a todos los demás. La Real Academia Española, en una de sus acepciones de “racismo” señala: “Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros”. Es evidente que si una persona humana repite cientos de veces a través de los medios de comunicación que pertenece a una “raza distinta que no se rinde” y explica con palabras y con imágenes las razones de la superioridad de este grupo étnico, está dando un mensaje racista, que debe ser rechazado por los ciudadanos humanistas. La ignorancia de quien emite este mensaje de un racismo ramplón no es ni puede ser una excusa que impida su rechazo. Es pertinente preguntarse en este grosero caso de racismo a qué raza se refiere el personaje de marras. También es evidente que para la idiosincrasia, para el temperamento de los peruanos más lúcidos, un descendiente de blancos europeos como Pedro Pablo Kuczynski no puede decir que pertenece a una raza distinta sin ser calificado de inmediato como un fascista, como un blanco racista. Los ataques personales y mediáticos lo harían trizas. De igual manera, si Keiko Fujimori hiciera gala de que pertenece a una raza distinta a las demás, sería considerada una japonesa, una amarilla racista que desprecia a los peruanos. PPK y Keiko son peruanos descendientes de inmigrantes. Incluso Alan García, que es descendiente de peruanos, sería considerado racista si se presentara como perteneciente a una raza distinta. Por desgracia, muchos peruanos no han entendido o no les importa el vulgar mensaje racista que ha copado algunos medios de comunicación. Especialistas en el tema del racismo me dicen que para muchas personas que pertenecen a un grupo étnico que ha sido vejado o sometido a otros grupos étnicos y que carecen de autoestima, les resulta difícil comprender un mensaje racista como el que comentamos. Esto es una comprobación más de la decadencia moral en que se encuentra el Perú. Los hombres sabios me explican que la sumisión racista suele ser el resultado de la falta de autoestima de quienes han sido humillados y sometidos en los procesos históricos. Desde su punto de vista, frases como “Cholo soy y no me compadezcas” o “El que no tiene de inga tiene de mandinga” reflejan la ausencia de autoestima. Un ser humano orgulloso de su grupo étnico no puede asumir ni decir que pueda ser compadecido por ser cholo. Si un blanco o un amarillo dice, refiriéndose a otros grupos étnicos: “El que no tiene de inga tiene de mandinga”, es decir, “el que no tiene de indio tiene de negro”, está expresando una actitud racista. Si un indio, un negro o un mestizo de estos grupos raciales repite esta frase, probablemente esté reflejando su sumisión racista, su falta de autoestima. Usar la publicidad de una universidad para emitir mensajes racistas en un país multirracial es una barbaridad. Abbagnano explica que el racismo es “… un prejuicio extremadamente pernicioso porque contradice y obstaculiza la tendencia moral de la humanidad hacia la integración universalista y porque convierte los valores humanos, comenzando por la verdad, en hechos arbitrarios que expresan la fuerza vital de la raza y así no tienen sustancia propia y pueden ser manipulados arbitrariamente con los fines más violentos o abyectos”. Me informan que un joven publicista cuestionó en la televisión este mensaje racista: lamento no haberlo escuchado ni visto, porque su voz establece un dramático contraste con los miles de intelectuales, catedráticos, políticos, politiqueros y religiosos que han preferido guardar silencio. Por desgracia, el silencio de los cobardes es parte del pacto infame de hablar a media voz. Salvo mejor opinión.