Dentro de pocas horas se habrán cumplido 20 años de la impecable operación militar que rescató a 71 de los 72 rehenes que el grupo terrorista MRTA mantenía cautivos en la casa del embajador de Japón en Lima, y esta es una excelente oportunidad para rendir homenaje a los valientes comandos que expusieron su vida para que el Perú entero termine con un infame calvario de 126 días.

El 20 aniversario del demoledor golpe al terrorismo debe servir también para hacer un desagravio a los militares que llevan casi dos décadas afrontando absurdos procesos por presuntos asesinatos posteriores a la operación de rescate. Algo que hasta el momento no ha logrado ser probado, pese al tiempo transcurrido y al minucioso “trabajo” que han hecho los abogados muy bien remunerados que defienden a los deudos de los asesinos y secuestradores del MRTA.

Con la eliminación del grupo terrorista que a punta de fusil y explosivos tomó la casa del embajador de Japón en Lima, el Perú se sacudió de la lacra extremista, y eso es lo que los peruanos debemos celebrar este 22 de abril, al tiempo de rendir un justo homenaje al único rehén fallecido, Carlos Giusti, y a los comandos caídos Juan Valer y Raúl Jiménez.

Los 20 años de la exitosa operación “Chavín de Huántar” son un gran motivo para honrar a esos héroes y que los peruanos celebremos el fin del terrorismo criminal que nos desangró en complicidad con sus aliados asolapados que hasta hoy no perdonan que sus sueños de “guerra popular” o “la patria nace del fusil” hayan terminado junto a los 14 criminales de la embajada japonesa en Lima.