Sin duda la aparición de Alfredo Barnechea en el panorama electoral, junto con la de Julio Guzmán, expresa la insatisfacción de un sector de la ciudadanía frente a un menú de propuestas algo insípido, sin mucha originalidad y sin mucho sabor. Ofrecer más de lo mismo, en una situación en que los electores encuentran una baja en la calidad de los servicios, no era una respuesta realista a la demanda.

El votante busca una propuesta distinta, que respete los progresos del modelo, pero que comience a poner el acento en el consumidor, en la calidad de los servicios que da el Estado, en lo que recibe el ciudadano por el pago de impuestos. En ese sentido, propuestas como renegociar el contrato para la exportación del gas de Camisea sintonizan con ese reclamo de que se defienda al ciudadano, como lo hace con los negocios de las empresas. El presidente Humala quiso subirse a esa ola, que ya corría Barnechea, y solo ha logrado impulsar más la candidatura populista.

Es que lo que se debe renegociar es la relación entre los ciudadanos y el Estado. Esa clase media que se va consolidando tiene una agenda de expectativas que busca representación, y es ahí donde vienen encajando Julio Guzmán y, en mayor medida, Alfredo Barnechea. Este último tiene tan solo unos diez días efectivos de campaña, mientras que Guzmán tiene más de un año promoviendo su candidatura. ¿Cuánto tiempo tomará que esta sensación de crecimiento se traduzca en las encuestas? Estaremos observando.