La falta de respeto por la ciudadanía mostrada por la señora Ana Solórzano es una característica de este gobierno, donde desde las alturas del poder ha mostrado una actitud frívola. Usar presupuesto público para tener liberalidades con el personal del Congreso -como lo ha denunciado ayer Correo- es una afrenta a los peruanos que con sacrificio pagamos puntualmente nuestros impuestos. Además, ejemplifica la manera irresponsable con la que se administra el Estado. Es también una falta de respeto para todos aquellos peruanos que sobreviven con un sueldo mínimo o que reciben doscientos soles del programa Juntos o de Pensión 65.

Y esa falta de respeto no es sino la expresión de las maneras autoritarias del Partido Nacionalista. Creen que son dueños del Estado y que pueden disponer de él. Son gente sin biografía política que se han encontrado con el poder y no entienden que lo hacen en representación de los ciudadanos. Y se han malacostumbrado a administrarlo sin tener control, ni contrapesos.

Por eso, es importante el esfuerzo de sectores de la oposición de asumir la conducción del Parlamento. No se trata de un intento de desestabilización, sino de permitir que funcionen los balances necesarios para que no haya un abuso del poder. Desde el oficialismo se insiste en que esto puede ser delicado cuando está demostrado que lo peligroso es que existan poderes sin control, mayorías abusivas, políticos que no se pueden mover dentro de un mínimo de austeridad republicana.

Es momento de demostrar que no todos los políticos están llenos de frivolidades, que no les interesa la ciudadanía. Hay que rescatar al Parlamento de estos advenedizos.