Es evidente que se ha producido una grave agresión contra el Ministerio Público. Nada puede justificar que un Presidente de la República acuda a los insultos y a las descalificaciones del más bajo nivel al referirse a miembros de la Fiscalía. A las investigaciones sobre irregularidades en el financiamiento de sus campañas electorales, en las que podría comprenderse a Nadine Heredia, las ha llamado “salvajadas y mamarracho”. Más aún, el fiscal Ricardo Rojas ha merecido las iras presidenciales y ser tildado de “mentiroso” y “loco”. Si el Presidente de la República, desde su alto sitial, maltrata de esta manera a los miembros del Ministerio Público, los ciudadanos tenemos aval para insultarlos de la peor manera cuando creamos que somos objeto de alguna injusticia. Por ello han sido impecables las reacciones del fiscal de la Nación en ejercicio, Pablo Sánchez. Ha dicho simple, definitiva y claramente: “Al Ministerio Público se le respeta”. Esa es precisamente una palabra que el Gobierno no conoce. Tiene el convencimiento de que su elección le da licencia para actuar como le parezca, por encima de la voluntad y la demanda de los pueblos, tanto como de sus instituciones fundamentales. En ese sentido, se ha convertido en costumbre utilizar todas las funciones públicas y todas las tribunas para adjetivar y descalificar todo lo que huela a crítica u oposición o simplemente independencia. Esta actitud recorre todo el universo nacionalista y se ha exacerbado hasta la paranoia. Su más acabada expresión son las actitudes y declaraciones del exministro del Interior. Felizmente también le ha llegado una voz justiciera y reivindicativa. La viuda del asesinado periodista Hugo Bustíos por una patrulla militar, Margarita Patiño, sale al frente y exige respeto no solo a la memoria de su esposo, sino hacia ella y su familia. El irrespetuoso exministro se atrevió a afirmar que el proceso en su contra por el crimen de Bustíos y la exigencia de justicia de su viuda obedecen a una maniobra y que Margarita Patiño estaría siendo utilizada políticamente. “Me ofende de la manera más sucia”, afirma rotundamente la viuda, al mismo tiempo que ratifica la responsabilidad del Daniel Urresti, un proceso justo y sanciones drásticas.