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Durante muchos años, la salud mental de los peruanos no fue un tema prioritario para el Estado. Por ello, es muy positivo que en el 2018 esfuerzos sectoriales hayan podido consolidar un cambio de rumbo y así contemos con documentos que marcan un horizonte claro en el tema. El Plan Nacional de Fortalecimiento de Servicios de Salud Mental Comunitaria 2018-2021 y los Lineamientos de Política Sectorial en Salud Mental, ambos elaborados por el Ministerio de Salud, marcan la pauta para las tareas pendientes.

Sin embargo, hay aún una larga brecha. Una de ellas es asegurar el suficiente presupuesto para que lo planificado no quede solamente en el papel. Las metas para este 2019, según el plan reseñado, aspiran a que contemos con 50 centros de salud mental comunitarios implementados, 40 hogares protegidos, entre otros. Por tanto, es indispensable que el Ministerio de Salud pueda asegurar el financiamiento de estas importantes metas y así continúe en la senda correcta.

En paralelo, es necesario también que desde el Ministerio de Economía se autorice prontamente las transferencias de presupuesto a los servicios de salud mental que ya vienen operando. Ello es también urgente pues la burocracia no debería empantanar los múltiples esfuerzos de los profesionales que trabajan en el tema, sobre todo en las regiones.

Como Embajador de la Salud Mental, me comprometí a apoyar la implementación del modelo de salud mental comunitaria en nuestro país, y es por ello que hago hincapié en estas recomendaciones, que ayudarán a seguir consolidando el trabajo iniciado. La salud mental es un reto pendiente como Estado que exige el trabajo conjunto de todos los involucrados.

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