La designación de Urresti como candidato a la Presidencia por el Partido Nacionalista es una noticia que podría cambiar el panorama de las siguientes elecciones debido a lo siguiente:

* Urresti sería un candidato populista: es presumible pensar que el candidato Urresti planteará una campaña de carácter populista y con sabor castrense, lo que puede ser muy seductor para los sectores más humildes y conservadores del país y que representan un 46% de la población. Para estos segmentos, el asistencialismo y el autoritarismo son prácticas no solo bien vistas, sino altamente deseables, sobre todo en un país con desaceleración económica y una percepción muy acentuada de inseguridad ciudadana.

* Los votos provendrían de Keiko y Alan, pero principalmente de Acuña: los candidatos que aglutinan a los sectores humildes y conservadores de la población son los tres antes mencionados; sin embargo, es posible que el que se vea más afectado sea Acuña, por ser el candidato menos conocido de los tres, pues lo recuerda únicamente el 52% de la población, según la última encuesta de Ipsos.

* Un respiro para PPK: esta atomización del voto humilde y conservador puede favorecer a PPK. Si bien no capitalizaría votos, en estas circunstancias se incrementarían sus preferencias y aumentarían sus posibilidades de pasar a la segunda vuelta, ya que los votos de ese sector, en el cual él no tendría muchos adeptos, se dividirían entre el resto de candidatos.

Para que lo anterior pueda cumplirse, debemos esperar que los medios masivos hagan un linchamiento mediático a Urresti y con ello lograr un crecimiento en las encuestas, gracias a la victimización, que por experiencia genera una gran simpatía en los sectores humildes y conservadores. Mi estimación es que podría llegar al 8% de las preferencias electorales y lo colocarían por encima de Toledo y debajo de García, una posición nada despreciable para el candidato de un desgastado partido de gobierno.

Está claro que lo más factible es que Keiko esté en segunda vuelta. Lo que está cada vez menos claro es con quién disputará la Presidencia, pues esta será la primera vez que los votos de los humildes y conservadores de este país se atomicen por la sobreoferta populista, la que preocupa sobremanera, pues podría ser un gran pasivo para la gobernabilidad del país si ganara un candidato con promesas electorales inviables.