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El sismo de 5.2 grados de magnitud ocurrido en la noche del domingo, en una zona ubicada 10 kilómetros al suroeste de Chivay (región Arequipa), que ha dejado al menos cuatro personas fallecidas y al menos 40 heridos, debe ser tomado como una alerta sobre nuestra vulnerabilidad frente a la ocurrencia de un terremoto mucho más fuerte.

Tengamos en cuenta que el remezón que hace pocas horas ha afectado gran parte del sur del país ha sido de mediana magnitud. Si así hemos tenido cuatro fallecidos, heridos y al menos un centenar de viviendas dañadas, cortes de energía eléctrica y el bloqueo de carreteras, habría que pensar la magnitud del daño si se produjera un sismo, por ejemplo, similar o mayor al sufrido por Ica el 15 de agosto de 2007.

El Ejecutivo, a través de los ministerios de Defensa y Salud, y el Gobierno Regional de Arequipa, de la mano de Defensa Civil, han tenido una buena reacción ante el hecho a fin de auxiliar a las víctimas. Sin embargo, más allá de eso, este sismo nos hace ver, una vez más, que hay mucho por hacer para prevenir los daños que suelen ocasionar los eventos telúricos en nuestro país.

Las autoridades y los peruanos debemos tener muy presente que en cada instante de nuestras vidas estamos expuestos a los sismos y ante ello solo queda estar prevenidos. La autoconstrucción de viviendas sin asesoría técnica y el levantamiento de casas en zonas peligrosas implican un gran problema que tiene que ser tratado desde ahora. Los simulacros que periódicamente se llevan a cabo están bien, pero no son suficientes.

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