Una funcionaria del Estado, quien tiene la alta responsabilidad de trabajar en Palacio de Gobierno, asiste a una comisión investigadora del Congreso y declara: “soy amiga de Nadine, no soy política”. Ser amiga de la esposa del Presidente es un símbolo de estatus, una categoría especial dentro de esta república que algunos creen monarquía.

A declaración de parte, relevo de pruebas. La señora Rocío Calderón entró a trabajar al Estado por ser amiga de Nadine Heredia. Está ahí en Palacio cerca de la señora de Humala para aportar su experiencia en contrataciones estatales. Para estar seguros, la pusieron en el Organismo Superior de Contrataciones para que una persona de estrecha confianza de la señora Heredia supervisara que todo se realizara como era ordenado.

De paso, la señora Calderón podría servir para ocultar algunos gastos. Una cuenta de fondos mutuos cuyos reportes llegan a la casa de la señora Heredia, una tarjeta de crédito proveniente de una cuenta supuestamente de la señora Calderón, unos depósitos provenientes de Venezuela, el pago de un viaje para descansar -suponemos- para que la esposa del Presidente visite lo más lujoso de las playas mexicanas.

Sintiéndose parte de la panaca real, la señora Calderón no ha querido contestar lo que en la comisión investigadora se le preguntaba. Si Nadine no contesta, por qué lo haría ella. La señora Calderón está sacrificándose por su amiga. Tiene años siendo utilizada, moviendo cuentas, haciendo depósitos, pagando gastos que no son suyos. Pero ante el Congreso solo repetía como mantra salvador: “soy amiga de Nadine”