Hace poco, la prestigiosa revista Semana Económica publicó un artículo titulado “TPP ¿Para Qué?”. ¿Qué es el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP por sus iniciales en inglés)? Es un bloque comercial en proceso de formación de doce países capitaneados por Estados Unidos y Japón, y que incluiría además a Chile, Perú, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Vietnam, Malasia, México y el muy próspero pero pequeño estado de Brunei. ¿Qué beneficios le traería al Perú entrar en el TPP? Ciertamente hay el beneficio potencial de un acceso preferencial a nuevos mercados, como Malasia, Australia, Nueva Zelanda, Vietnam y Brunei. Estos cinco países le compran al Perú más o menos $300 millones anuales, suma que crecería con el TPP.

¿Pero en realidad qué es el TPP? Es una iniciativa de Estados Unidos y Japón para contrarrestar la creciente influencia política y también económica de China en el este asiático. Como lo dice un reciente informe del prestigioso organismo neoyorquino, el Council on Foreign Relations, el objetivo tanto del gobierno del presidente Obama como del premier Shinzo Abe de Japón es: “buscar nuevos acuerdos preferenciales entre amigos de Estados Unidos y sus aliados… a través de instrumentos que deliberadamente excluyan a China”. Este objetivo es sin duda riesgoso y nuestras autoridades deberían meditar bastante antes de asociase a un acuerdo que será sin duda alguna interpretado como exclusionista por las autoridades de China, nuestro principal comprador de minerales y de harina de pescado. ¡Cuidado!

El Perú, un país importante de la costa Pacífico de América, pero una economía pequeña en el contexto mundial, debe tratar de mantener buenas relaciones con todos, por lo menos en lo que se refiere a transacciones comerciales. No podemos deliberadamente asociarnos a un grupo que tiene pretensiones económicas, pero en realidad es un grupo con objetivos políticos. Eso nos podría costar caro. El mismo gobierno de Japón debe recordarse lo que pasó en los años de 1920 cuando las grandes potencias de Occidente forzaron un acuerdo naval que redujo la posible flota naval japonesa, generando en ese país un germen nacionalista que terminó fomentando la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico. La exclusión no es una buena receta para las relaciones amigables.

Entonces, ¿qué debemos hacer? El Perú solo no tiene la dimensión suficiente para promover tratados comerciales trascendentales. Ya tenemos acuerdos de libre comercio con la mayoría de los países del TPP. Debería ser un objetivo fortalecer vínculos con el este asiático y naturalmente con países amigos y buenos socios comerciales como Australia y Nueva Zelanda. Pero nos faltan países importantes en la lista: Malasia, una economía pujante, Indonesia (el tercer país más poblado del mundo) y Filipinas, una economía que ha mejorado muchísimo y que tiene una cultura hispano-católica en común con el Perú. Lo que deberíamos hacer es buscar a través de la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Chile y el Perú) un acuerdo general de comercio con todos esos países, pero sin darle la espalda a China, el principal mercado para nuestras exportaciones. Naturalmente, también tenemos que cultivar nuestro otro principal mercado, que es Norteamérica, con cuyos dos países ya tenemos acuerdos de libre comercio desde hace varios años.

En la discusión del TPP en el Perú se han esgrimido posibles costos en términos del precio de los fármacos debido al requisito del TPP de mayores periodos de prueba para nuevos medicamentos, lo que podría aumentar el precio de los llamados remedios genéricos, que son mucho más baratos. Este podría ser un problema, pero, como en el caso del TLC con Estados Unidos, tiene soluciones, sobre todo si pensamos que nos acompañan otros países de América Latina con la misma preocupación. Otra preocupación es la protección fitosanitaria en países con los cuales tenemos acuerdos, como por ejemplo Corea, que no ha respondido a varias protestas nuestras en el caso de productos específicos, sobre todo agroindustriales. Pero estas preocupaciones son secundarias en comparación con el tema central. Un acuerdo Transpacífico sin China sería un acuerdo condenado a un eventual fracaso. Por esa razón, tenemos que andar con muchísimo cuidado antes de entusiasmarnos diplomáticamente sin conocer bien las consecuencias de lo que estamos haciendo. Hay que preguntar qué cosa recomiendan nuestras embajadas en Washington, Tokio y Beijing, y qué piensa nuestro gobierno.

Y finalmente, no nos olvidemos del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, creado el año pasado por China y al cual se han adherido varios países importantes europeos. Sería ventajoso para el Perú pertenecer a esta institución que nos podría ayudar en nuestras inmensas necesidades de infraestructura. El banco está en pleno proceso de creación, pero es una institución que beneficiaría a países como el nuestro y por consiguiente la tenemos que tener muy presente. Es cierto, como dicen algunos en Washington, que esta nueva institución podría reducir el papel del Banco Mundial, pero en realidad el Banco Mundial hace años que dejó de enfatizar la infraestructura.

Por eso, esta nueva puerta que se nos abre desde el Asia para la infraestructura debe ser bienvenida.