Cuando en mayo de 2010 era director de Correo La Libertad, fue arrestado en el convulsionado distrito de La Esperanza un conocido y temido extorsionador llamado Samuel Correa Salazar, (a) “Piraña”, quien fue detenido con varios cuadernos donde llevaba “las cuentas” de todo lo que recibía de los transportistas, a los que sacaba dinero bajo amenaza de muerte. La pericia grafotécnica era indispensable para saber si las comprometedoras anotaciones eran suyas.

La estrategia de su abogado, quien era muy conocido en Trujillo por ser el defensor jurídico de los miembros de la banda del sanguinario Segundo Gamarra Correa, (a) “Paco”, consistió en simular una lesión en la muñeca de su patrocinado a fin de que no sea sometido a la referida pericia, que de hecho lo hubiera mandado a la cárcel directo y sin escalas. Se trataba de una jugada que más parecía una burla. Al final el hampón fue encerrado y ojalá aún siga en el penal El Milagro.

Hoy, salvando las distancias, vemos que a toda costa la estrategia legal de Ilan Heredia y su hermana Nadine es evitar que las famosas agendas difundidas por el programa Panorama sean usadas como prueba en las investigaciones que hace el Ministerio Público. Lo que buscan es evitar una pericia grafotécnica que, como en el caso que mencioné de Trujillo, podría dejar muy mal parada a la esposa del presidente Ollanta Humala.

Y es que no hay otra explicación a tanto temor de la señora Heredia a las anotaciones en las agendas. Los obstáculos que desde Palacio de Gobierno se vienen poniendo a las investigaciones, ya sea a través de hábeas corpus y luego de la acción de tutela de derecho constitucional para declarar las presuntas anotaciones de la Primera Dama como “prueba ilícita”, no hacen más que alimentar la creencia de que en el tema de las cuentas y movimientos de dinero hay algo muy grande y sucio que se quiere tapar.

Debe haber mucha desesperación en la señora Heredia y su entorno para optar por medidas legales que desde el punto de vista netamente abogadil pueden ser muy útiles, pero que desde la óptica política son realmente un desastre, pues se alejan de la premisa de que todo personaje público relacionado con el poder debe ser transparente para despejar cualquier duda sobre su idoneidad. Y pensar que después los humalistas se quejan de la oposición y la prensa cuando dudan de ellos.