Si el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) da en las próximas horas luz verde a la candidatura presidencial de Julio Guzmán pese a las falencias administrativas de la misma, el caballero estará, según las dos encuestas publicadas en los últimos días, con grandes posibilidades de pasar a la segunda vuelta y, como todo personaje nuevo en las grandes ligas de la política peruana, correrá un grave peligro sobre el que debe de estar muy atento.

Me refiero a que Guzmán correrá el riesgo de que se le suban al carro toda clase de personajes que de “manera desinteresada” querrán estar a su lado para “aportar” a su candidatura y a su eventual gobierno. Sucedió con Alberto Fujimori en 1990 y con Ollanta Humala en 2011, cuando perro, pericote y gato se unieron al novato del momento para hacerle frente a Mario Vargas Llosa y Keiko Fujimori, respectivamente, con los resultados que ya conocemos.

A estas alturas, Guzmán debería estar muy alerta a fin de impedir la cercanía -si es que lo quiere impedir al amparo de las experiencias de 1990 y 2011- de expresidentes, exministros, excongresistas, exalcaldes (o exalcaldesas), políticos desempleados y rumbo al olvido, oenegeros, izquierdistas buscando una embajada u otra chambita por ahí, analistas, moralistas, santones, gurúes y demás, que suelen aparecer para “poner su granito de arena” por la “democracia”, “la gobernabilidad” o “el Perú”.

Cuidado también con el “abrazo del oso” que le pueda dar el humalismo, que está desesperado para que no gane Keiko Fujimori, pues con ella en Palacio de Gobierno, la “pareja presidencial” la podría pasar muy mal en el Congreso y el Poder Judicial. Un tuit de “respaldo” de la Primera Dama a la “ola morada” podría ser fatal para su avance en estas elecciones. Ser identificado con más fuerza como “el candidato de Nadine” sería lapidario.

Si Guzmán ha llegado hasta el segundo lugar es precisamente porque se ha vendido como el “outsider”, como el nuevo, como el “técnico” que viene “descontaminado” de los personajes del pasado, así que mal haría en rodearse de gente que le podrá ofrecer de todo, hasta la idea de que yendo a juramentar a la Casona de San Marcos será la mejor forma de ganar la segunda vuelta, tal como hicieron con Humala hace cinco años y con Fujimori hace 26 años, para luego terminar siendo rivales.