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Mañana usted y yo elegiremos libremente, en democracia, al próximo Presidente. Habría querido ver un mayor debate de ideas, de propuestas para acabar con la pobreza, la desnutrición infantil, la mortalidad materna, demasiado altas aún. Para mejorar la educación, no solo la académica sino también la de cultura y civismo. Reducir la violencia contra la mujer y la brecha de las mujeres en el mercado laboral. Fortalecer y empoderar a las madres para que sus hijos tengan mayor y mejor acceso a educación, salud y nutrición, para que puedan escapar de las trampas de pobreza y no repetir patrones de violencia.

Más ideas de cómo acabar con la corrupción y los conflictos. Fortalecer instituciones como la Policía, la Fiscalía y el Poder Judicial que son los llamados a sostener nuestro Estado de Derecho. De cómo acabar con la minería ilegal, esa que destruye, contamina y prostituye mujeres y niños. De cómo luchar contra el narcoterrorismo. Pero qué cree, de acuerdo a una investigación liderada por Carlos Meléndez, la seguridad jurídica es la última de las prioridades del nuevo Congreso. Justito debajo de los conflictos sociales. El hecho de que todo ello haya estado ausente del debate parece ser una muestra de nuestras prioridades. Y de los valores de los que adolecemos.

Esperaba más. Menos política sucia. Más propuestas que construyan en lugar de ataques que destruyen. Unir en vez de dividir. Tenemos que exigirles a los partidos políticos y a la élite empresarial desarrollar una visión de país, que pase por incluirnos a todos. Por lograr que ejerzamos efectivamente una ciudadanía dentro de un Estado de Derecho, donde las instituciones sean impersonales. Esto es que no importe quién es usted ni quién soy yo. Donde efectivamente tengamos una clase media empoderada, sólida, construyendo país. Y es que una de las condiciones para cruzar el umbral del desarrollo es que exista cohesión social y confianza entre los ciudadanos, y entre los ciudadanos y el Estado.

Tenemos que construir un país donde todos tengamos acceso a las instituciones y a los servicios básicos. Donde ni un solo niño muera por frío en Puno, hambre en Huancavelica o a manos de un sicario en Lima. Donde todos creamos que el Perú es grande, no solo por nuestra comida, sino porque aquí podemos cumplir nuestros sueños. Mañana elegiremos Presidente. Nos guste o no, recuerde que en democracia hay que respetar la decisión de la mayoría.

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