La histórica jornada de ayer en toda Venezuela constituye una completa victoria política de la oposición de este país al régimen chavista de Nicolás Maduro. Se hizo contra viento y marea a pesar de los innumerables obstáculos que el gobierno venezolano puso en el camino. La presencia de cinco expresidentes democráticos de la región y de diversos observadores internacionales coadyuvó a darle la fuerza que el proceso cívico requería; sin embargo, ha sido la acción voluntaria de la inmensa mayoría de venezolanos la que ha legitimado la consulta popular del último domingo, donde sus resultados -más de 7 millones de sufragios- han confirmado el parecer de la inmensa mayoría de venezolanos. 

Tres preguntas claras y directas a las que la gente con ganas contestó con un sí rotundo; en síntesis, lo que la ciudadanía busca es que no prospere la terca pretensión del régimen de dar pie a una Asamblea Constituyente dislocada desde antes de ser instalada con sus 545 delegados digitados al antojo gobiernista, donde Maduro obstinadamente pretende obtener una vía “constitucional” que le permita perpetuarse en el poder. La realidad venezolana a la fecha es cada vez más clara: el Gobierno, a pesar de contar con el poder militar y los grupos de colectivos urbanos para intimidar y neutralizar a la oposición y al pueblo, se va quedando sin oxígeno para dilatar la permanencia del Gobierno, que entra en una etapa crónica de desesperación. La víctima mortal del domingo, que todos lamentamos por supuesto, se suma a los más de noventa fallecidos desde que se iniciaron las protestas hace tres meses, y acrecienta cada vez más la animadversión interna al madurismo. No es casual que Maduro se haya mostrado en las últimas horas medio permeable a las acciones de la oposición, que encajan con el cambio de régimen judicial para Leopoldo López, quien ha sido recluido en su propia casa luego de haber permanecido por casi tres años en la cárcel de Ramo Verde. La oposición ha ganado esta partida.