Ser feliz. Cambiar el país. Ayudar a los demás. No morir sin haber hecho nada trascendente. Tener una familia. Crecer. Viajar por el mundo. Tener experiencias extraordinarias. Tener éxito. Aportar a mi país. Cumplir mis sueños. Tener paz.
Estas son algunas respuestas de estudiantes universitarios cuando se les pregunta acerca de aquello que los mueve, sus objetivos más importantes y su propósito.
El Perú tiene todo para desarrollarse y superar sus principales problemas y son los más jóvenes los que podrán atestiguar si se logran en un tiempo no muy lejano cerrar las brechas en desigualdad, infraestructura, educación, salud y conectividad.
He comprobado que el verdadero compromiso con el país parte en los hogares, donde los valores son inculcados con el ejemplo. Es allí y en los colegios, institutos y universidades donde se forma la verdadera ciudadanía.
Una sociedad que premia al tramposo pero efectivo y castiga al íntegro no puede funcionar, no en el largo plazo.
La corrupción y la delincuencia son, junto con la pobreza y la inseguridad, los problemas que más preocupan a los peruanos. Poco se ha hecho con efectividad para combatirlos con eficacia.
PPK tiene el reto de demostrar que sí es posible castigar ejemplarmente los casos de corrupción y de premiar y promover a quienes hacen las cosas bien y honestamente.
Es hora de que la integridad se convierta en el requisito esencial para servir en el Estado.