El excanciller Francisco Tudela van Breugel-Douglas, alejado como protagonista de la política desde hace 15 años, analiza la actual campaña electoral y echa un vistazo a los sucesos que vienen sacudiendo los cimientos del partido Fuerza Popular.
¿Cómo vislumbra esta etapa electoral a solo cuatro meses para elegir a un nuevo presidente? Es pronto para hacer un pronóstico, porque una vez formadas las listas se debe esperar a que se establezcan las distancias reales de cada candidato, que será a finales de febrero. En ese momento cambiará completamente el juego porque los que no van a ganar empiezan a reforzar la posición de los otros candidatos.
¿Tiene posibilidades Keiko? Definitivamente se ha logrado consolidar. Las razones de ello son la organización y el contacto con las bases. Es absolutamente lógico, a la luz de la experiencia histórica del Perú, que el tercio fujimorista del electorado es similar al que ha tenido el Partido Aprista durante décadas.
Sin embargo, Fuerza Popular ha empezado a mostrar fricciones... El problema de los partidos en una etapa preelectoral es normal, porque evidentemente hay el posicionamiento de las listas. Esto está ocurriendo en Fuerza Popular y probablemente en todos los partidos.
¿Se ve en partidos grandes? Naturalmente, algunos partidos son más importantes que otros en su trayectoria histórica y porque han gobernado; entonces, esto se nota más. Pasa en todas partes.
¿Cuánto pesa la posición del expresidente Alberto Fujimori en la campaña de su hija Keiko? Es indiscutible que su opinión pesa, sería irreal decir lo contrario. Si se producen más intervenciones de este tipo, eso hará que se generen fricciones en la política de Fuerza Popular, aunque no significa necesariamente una ruptura. A los opositores a esta organización les interesa capitalizar la idea de que el partido está desunido, pero no, lo que hay es una pugna como en todos los partidos. El expresidente Fujimori, así esté en la cárcel, es un as de la baraja en la política peruana. Hay otros ases, como es el caso del expresidente García, pero es indiscutible que Fujimori tiene un gran peso político y su opinión vale.
¿Qué opinión le merece la alianza entre el APRA y el PPC? Lo que ha ocurrido con el APRA es que los cambios sociales, a partir de la revolución militar, disolvieron bases históricas que en el sólido norte tenían las compañías azucareras y los sindicatos apristas. Ellas formaban una base histórica, un poder fuerte que les permitía consolidar un 30% constante. Pero en la medida que todo eso ha derivado en las manos privadas, hoy existen grandes empresas y los sindicatos han perdido poder porque los parceleros de la tierra han terminado vendiendo sus terrenos. El APRA ha perdido posición y nunca fue un partido de corte netamente urbano-limeño.
¿Era necesaria la alianza? Esa alianza significa que han perdido sus cuotas de poder históricas. La alianza es un síntoma de la pérdida de bases sociales y de la necesidad de aunar fuerzas como partidos del pasado, en el caso del APRA con un líder carismático que es Alan García.
Se podría decir que estos partidos ya no están acordes a los tiempos actuales... El PPC, que se alía ahora con el APRA, era un partido netamente urbano de clase media, de burguesía profesional, pero el fracaso de la reforma agraria y de la migración masiva del campo a la ciudad, esos migrantes que no forman parte de la clientela tradicional del PPC, ha disuelto completamente esta masa crítica que tuvo en el pasado el PPC y que hoy ya no tiene.
¿Podrán repuntar? El Partido Popular Cristiano ha derivado en un partido netamente municipal, cuya aspiración máxima es tener municipalidades. Posteriormente vienen estos intentos de resurrección política nacional que han fracasado sin excepción, porque ha cambiado la base sociológica de Lima. El PPC era un partido urbano-limeño. Resulta que las clases burguesas profesionales de la década del 60 y 70 ya no existen. Hoy lo que existen son los conos de Lima y allí el PPC está muerto.