La inseguridad alimentaria en Lima Metropolitana se agravó, tras el crecimiento de la pobreza urbana en 2023, según cifras de INEI.
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El déficit calórico, que mide los nutrientes necesarios que debe ingerir una persona, alcanzó 43.5% de la población limeña, asimismo, se alejó 6 puntos porcentuales a la tasa nacional (36%), rural (33%) y del resto urbano (32%).
“Cuatro de cada 10 limeños pasan hambre. Es una situación más grave que la que ya vimos anteriormente”, sostuvo Javier Herrera, investigador del IRD, en la presentación de los datos de pobreza en la capital.
Asimismo, Herrera indica que la ingesta de alimentos se reduce en las familias, pues no puede cubrir la canasta básica de alimentos.
Por ejemplo, la demanda de leche se redució 2,2%; de verduras, 4,7% y de huevos, 3,2%.
“Continúa la degradación. No se llena el estómago. Ahora los hogares tienen menos nutrientes para sobrevivir”, añadió.
Esto llevaría al avance de la desnutrición y anemia de los niños, además, afectaría sus desarrollos cognitivos.
Por su lado, Jessica Huamán, decana del Colegio de Nutricionistas de Lima, advierte que la desnutrición crónica aumentó de 7,1% a 8,1% en niños menores de 5 años; mientras que la anemia infantil pasó de 39% a 40,2% en menores de 6 a 35 meses.
En ese sentido, Huamán resaltó que otros factores contra la nutrición, sería que el 73.7% de los peruanos no cuentan con agua potable y un 45,7%, utiliza combustibles sólidos contaminantes para cocinar.
Esto refleja el riesgo en el estado nutricional y salud en los más necesitados, donde el 14,8% de los pobres extremos vive hacinado y solo el 33,5% accede a desagüe.