Para el exministro de Agricultura Ismael Benavides, la Ley de Reforma Agraria (DL 17716), que se dio simbólicamente el Día del Indio (24 de junio de 1969, que desde entonces se denomina Día del Campesino), empobreció aún más a muchos agricultores del país, porque al expropiarse unidades productivas eficientes, que pasaron a ser ineficientes, se obligó a la importación de, inicialmente, maíz, y posteriormente de algodón y azúcar, lo que en determinado momento afectó la seguridad alimentaria de los peruanos.
ATOMIZACIÓN. Es decir, según afirmó, se atomizó la propiedad de la tierra y eso hizo que los pequeños agricultores no tengan un fácil acceso a los créditos del sistema financiero; por tanto, se empobrecieron mucho más, porque tampoco tenían acceso (por falta de capital) a una progresiva tecnificación para el cultivo y cosecha de sus productos. “La productividad de las tierras bajó mucho y la mayoría de los pequeños productores tenían resultados de subsistencia”, comentó.“Empobreció tanto a la gente del campo, que recién el 2005 se recuperó el Producto Bruto Interno (PBI) agrícola de 1975. Además, otro de los efectos de la Reforma Agraria fue la disminución del número de empleos en el agro entre las décadas de los 70 y los 80, que desde los 90 empezó a recuperarse lentamente con la agroexportación y que en la actualidad ciudades como Ica y Trujillo tienen pleno empleo en el campo”, precisó a Correo.Es más, dijo que desde el boom de la agroexportación en el país hay momentos en que la demanda por mano de obra es tan grande que no es cubierta, lo que impacta en un crecimiento de los sueldos, muchas veces inclusive duplica la Remuneración Mínima Vital (RMV).HISTORIA. Según el analista Miguel Santillana, la idea de una reforma agraria no era nueva en 1969, porque el agro había perdido su importancia dentro de la estructura del PBI (14.2% en 1950, 10.73% en 1960 y 8.1% en 1968) y de las exportaciones (55% en 1950, 37.7% en 1960 y 18.8% en 1968) por el incremento de precios internos y un tipo de cambio fijo desde 1958.Refirió que en 1958, 11 años antes de la reforma, Pedro Beltrán había encabezado una Comisión para la Reforma Agraria sin ningún resultado concreto, y en 1962 la Junta Militar de Transición dio una Ley de Reforma Agraria que legalizaba la toma de tierras de los campesinos arrendires (cuyo lema era: “Tierra o Muerte, venceremos”) de las haciendas de los valles Lares y La Convención, en el Cusco.En tanto, en 1964, Fernando Belaunde cumplió una promesa electoral, con el apoyo de la Democracia Cristiana, dando la Ley de Reforma Agraria 15037. “La oposición corrió por cuenta del APRA en alianza con la Unión Nacional Odriista, representante de latifundistas azucareros y terratenientes. Esta ley solo adjudicó el 3.9% de las tierras consideradas sujetas a la norma y benefició al 1.3% de las familias consideradas como potenciales adjudicatarios”, dijo textualmente.No obstante, según refiere, la reforma que marcaría un antes y un después, la Ley de Reforma Agraria (DL 17716, de Juan Velasco Alvarado) se dio el 24 de junio de 1969, que se complementó con la nacionalización de las aguas (DL 17752).