El proceso de escritura siempre es un ahondar en las emociones de los personajes, dándoles también un propósito mayor que sólo contar sus vivencias. Este ejercicio es el que hace Karem, joven escritora que ha publicado su más reciente libro abordando diversos relatos sobre este tema.
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¿Cuál fue tu proceso para llegar a escribir?
Mi primer acercamiento a la escritura fue a través de la música que escuchaban mis padres, me detenía a comprender las letras de las canciones y con un tanto de curiosidad, iniciaron mis primeros poemas cuando tenía unos ocho años, fue así que me detenía a observar objetos y tratar de describirlo con palabras bonitas. En mi adolescencia la escritura se convirtió en una catarsis, escribía únicamente para mí y porque me hacía sentir bien la sensación que me brindaba terminar de escribir un texto. Al terminar mis estudios secundarios fue cuando realmente me interesé por la lectura, sobre todo por voces femeninas y a mis dieciocho años pude profundizar la escritura; al escribir mi primera novela titulada “Amargo café”.
¿Cómo fue la experiencia escribiendo Rebecca?
Fue de muchísimo aprendizaje, comprendí que para escribir es necesario colocarse en un lugar seguro, que la templanza es necesaria para no involucrarse emocionalmente con la historia y para no juzgar las acciones de ningún protagonista; siendo fiel a la historia y al mensaje. Por otro lado, me topé nuevamente con la fuerza y poder de las palabras; uno de los capítulos que me ocasionó un nudo en la garganta; fue narrar la pérdida de una hija a través de la muerte; tuve que regresar una y otra vez a los ojos llorosos de la protagonista y entendí lo afortunada que fui, al poder estar tan cerca de su dolor y sobre todo de su gran fortaleza.
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Tu libro toca temas como la pérdida, ¿Has pasado por esos procesos?
¡Sí! Lo he pasado a través de la muerte de seres queridos, al dejar atrás amistades, personas que quise en algún momento e incluso me he perdido yo misma. Siento que la pérdida nos incumbe a todos y hay que saber afrontarla, hablar sobre ello, ser refugio. También comprender que todo en la vida lleva un proceso, que es necesario interiorizar y aceptar nuestras emociones, que las pérdidas no son derrotas, casi siempre llevan consigo un aprendizaje y que la tristeza o vacío que dejan; no se olvida, pero uno aprende a reconciliarse con ellas y tomarlas de diferente manera.
¿Te inspiras en historias de Camaná para construir tus relatos?
No me inspiro en sus historias, pero sí en sus paisajes, por ejemplo, en el primer capítulo de Rebecca titulado “Profundidades” usé como metáfora el mar, en la que dos mujeres se encuentran hundidas en las profundidades y después de batallar contra la corriente y ser arrastrada una y otra vez, vuelve a formarse al igual que las olas para llegar a salvo a la orilla, mientras que Lorena, la observa preguntándose si ella también sería capaz de realizar semejante acto lleno de fuerza y libertad.
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¿Cuáles son tus próximos proyectos literarios?
Siempre escribo motivada por las historias de otras personas, me gusta escuchar y ser empática, siento que al final las historias o los protagonistas me encuentran; por eso me gusta pensar que volveré a publicar cuando la vida me presente a un nuevo protagonista, alguien que quiera plasmar su historia y llevar en él un mensaje que valga la pena escribir y, sobre todo, compartir. En definitiva, me cuesta pensar en qué escribiré, simplemente llega el momento.