Las manos de Paula Mamani Mamani no solo están marcadas por los cortes que le provocaron los cuchillos y otros utensilios de cocina que utiliza desde los 10 años, sino también por las herramientas de metal que usa para trabajar en una mina de Sechoca, en Camaná, Arequipa, donde vivía hasta hace unos meses.
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Mamani tiene 5 hijos y por ellos retornó a Arequipa luego que el Ejecutivo dictara aislamiento social obligatorio. Además de ser madre soltera, es presidenta de la Asociación de Vivienda Sagrado Corazón de Jesús, ubicada en la parte trasera del cementerio de Mariano Melgar. Su instinto de supervivencia y la de sus vecinos, al quedarse sin dinero por la falta de trabajo, los llevó a crear un comedor para alimentar diariamente a más de 60 personas en situación de pobreza. Correo conversó con ella ante este escenario de la pandemia de la COVID-19.
A los 10 años en Lima. Murió mi mamá y mi tía me llevó diciéndome que me iba hacer estudiar, pero no fue así. Al final me puso a trabajar en una casa. La señora me preguntó si sabía cocinar, y yo decía que sí, aunque no. Ella tenía una hija que me decía cómo debía preparar los alimentos. Gracias a Julia ahora sé hacerlo.
Tengo un hijo allá, él trabajaba en la mina, yo le ayudaba a veces, pero más me dedicaba a cocinar. Ya después de que ocurriera la crisis sanitaria, me vine a Arequipa por mis otros hijos.
La crisis nos ha afectado bastante, yo soy madre soltera y tengo que trabajar por mis hijos, por lo menos por los tres menores. Al quedarnos sin dinero, como mis vecinos empezamos con las ollas comunes, luego ya empezamos a organizarnos poco a poco y el señor Fernando Valencia (coordinador) puso su casa para acomodarnos y atender a más personas.
Todo lo que usted ve es prestado, son de los vecinos. Gracias a ellos podemos cocinar para más de 60 personas junto a Conny Cruz y Justina Apaza, quienes también son madres de familia e integrantes de la asociación. Primero empezamos de lunes a viernes y ahora también los sábados. El apoyo es voluntario.
Los policías de Mariano Melgar vinieron trayendo donativos y ahí nos explicaron cómo debíamos atender. Tenemos cuidado, nos lavamos las manos, usamos mascarillas y cuando vamos a atender les decimos que hagan sus colas, teniendo cuidado para no contagiarse. Van a venir a darnos otras charlas también.
Que está bien, como cocinamos variadito, entonces les gusta también (risas).
Se cobra 2 soles a los que quieran el almuerzo y con eso se junta para comprar lo que falta. Pero igual es poco. Estamos recibiendo donativos, pero siempre falta. Nosotros no queremos que esto termine, sino que continúe, formalizarnos y que el Estado también nos ayude.