Es conocido en Arequipa y el Perú por su defensa y protección de los sitios arqueológicos, el estudio de las sociedades Churajón y Chuquibamba. En esta entrevista expone sus puntos de vista y su idea persistente de seguir investigando.
¿Cuál es la importancia de la Arqueología? En el Perú y en toda la área andina, habitaron por más de 20,000 años un conjunto de pueblos ágrafos, cuya historia solo puede reconstruirse mediante la ciencia de la Arqueología; es decir por el estudio de los restos materiales que dejaron. Por lo tanto, así se pudo reconstruir la historia de los pueblos indígenas que dieron origen a nuestra sociedad peruana actual. El valor de la Arqueología es que nos permite tener una identidad cultural propia, a partir de nuestras raíces indígenas, y además encontrar las soluciones de los problemas del presente con las experiencias que aquellos pueblos que vivieron en este territorio y los inventos que lograron en el pasado. Además, en las últimas décadas la arqueología ha permitido también el descubrimiento y puesta en valor de muchos monumentos útiles para el desarrollo turístico nacional. Sin embargo, su contribución en la educación de la población peruana es un asunto pendiente.
¿Existen suficientes arqueólogos en la ciudad? La formación de nuevos arqueólogos es indispensable para el desarrollo del país, tanto como lo es la formación de nuevos médicos o ingenieros. A pesar de ello en la región sur y en Arequipa, ninguna universidad ha apostado por crear una escuela que forme arqueólogos. Ellos vienen de Lima, Trujillo, Ayacucho y de otras universidades del extranjero. El resultado es la ausencia del compromiso con el enorme patrimonio de nuestra región, y la generación de proyectos arqueológicos sostenidos en el tiempo, como existen el Lima, Trujillo, Amazonas, Cusco y otras regiones.
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¿Qué investigaciones suyas le gustaría destacar? Desde que salí de la Universidad Católica donde me formé, me dediqué a la construcción de la secuencia cronológica de las sociedades Churajón, Chuquibamba y los Incas que habitaron en los valles de Arequipa. Después, en los más de 20 años que trabaje en el Instituto Nacional de Cultura, la tarea más grande fue la defensa y protección de los sitios arqueológicos de la región, así como su difusión en documentales nacionales e internacionales. Mi formación en conservación, me obligó a defender todo el patrimonio monumental incluyendo los centros urbanos coloniales y republicanos. Los episodios más dramáticos fueron la década de los 90, cuando la política neoliberal de Alberto Fujimori, favoreció la destrucción del mismo, por los “huaqueros” y coleccionistas, así como la destrucción de las zonas agrícolas construidas por los Incas y sus antecesores, por la expansión urbana y proyectos de desarrollo. También lo fue la época de la gestión del alcalde Luis Cáceres, donde se demolieron un gran número de casonas del Centro Histórico de Arequipa. Las mayores dificultades fueron siempre la escasez de recursos económicos, y la ausencia del apoyo de las autoridades superiores del propio INC, por intereses políticos, así como de diferentes autoridades del sector público.
¿Qué desafíos tienen ahora los arqueólogos? En la actualidad los arqueólogos tienen un mayor número de recursos tecnológicos y científicos. Utilizan drones, estaciones totales y sistemas satelitales, para hacer la delimitación físico legal de los sitios arqueológicos y monumentales. Y su estudio se inserta en todas las tecnologías de punta que dispone el desarrollo científico moderno. Los nuevos arqueólogos disponen también de especialidades que contribuyen en los campos de la genética, alimentación, agricultura ancestral, reconstrucción de los sistemas medioambientales y ecología, así como el reacondicionamiento territorial; utilizando las enseñanzas del pasado, contribuyen al desarrollo nacional actual. En la actualidad se discute la aplicación de una “función social de la arqueología” en beneficio de la población como su propio derecho.
¿Cree que el Ministerio de la Ciencia y Tecnología permitirá mejorar el trabajo de los arqueólogos? El futuro Ministerio de Ciencia y Tecnología es una gran posibilidad para el desarrollo de una moderna ciencia arqueológica. Si se entiende correctamente que las Ciencias Sociales como la Arqueología, la Historia y la Antropología son componentes útiles para el desarrollo de una sociedad, y que el crecimiento económico del país también requiere del desarrollo de estas ciencias que expliquen, rescaten, revaloricen y utilicen los conocimientos científicos del pasado en la solución de los problemas del presente. Por ejemplo, los problemas ambientales y del territorio son campos de urgente atención en las ciencias por la acción humana en el pasado y los efectos modernos del cambio climático presente. Su práctica descentralizada sería más eficiente. También es cierto que, en las últimas décadas, la ciencia arqueológica está acercándose más al campo de las ciencias exactas, y sus métodos y técnicas las comparte con la física, química, medicina y ciencias naturales. Para ello el nuevo Ministerio tendrá que tener una idea clara entre la relación importante entre “la ciencia y la política” y que ambos deben plantear políticas de estado.
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¿Cómo considera que será el papel futuro de la arqueología? Hay que recordar en este bicentenario que, con el nacimiento mismo de la Nación Peruana, el ideal de rescatar su propia identidad nacional, se plasmó en la creación temprana de un Museo Nacional para recoger los testimonios de nuestro glorioso pasado. Décadas después fue la Arqueología como ciencia que se encargó de esta tarea. Aunque nuevos son los retos y dificultades. El patrimonio arqueológico no es renovable, y si se pierde, es irremediablemente irremplazable. El desarrollo contemporáneo del Perú, impuesto por el actual modelo de economía de mercado; lo ha puesto en condición vulnerable, considerando como una “mercancía” a nuestro patrimonio. El crecimiento de las ciudades y de los proyectos de desarrollo son atentatorios por su mal enfoque. Las normas actuales lo permiten en gran medida. La ganancia es más importante que el pasado. La perniciosa administración centralista limeña del patrimonio arqueológico desde el Ministerio de Cultura; que impide la administración autónoma del patrimonio monumental de cada región, de la disponibilidad de los recursos necesarios, y muchas veces impone los procesos administrativos adversos a las tareas de protección del patrimonio fuera de Lima; es otro gran obstáculo que vencer.