Vicente Condori, camino a paso lento por la Plaza de Armas, en su andar encorvado, se le nota que lleva alrededor de su cuello, una cámara Nikon D300 el cual usa para fotografiar a aquellas personas que quieran llevarse un bonito recuerdo de nuestro Centro Histórico. En especial de los turistas quienes se llevan sus fotos por todo el mundo.
A sus 76 años, y pese a que el Parkinson comienza a deteriorar su salud, toma fotos instantáneas excelentes que gustan a turistas y locales quienes solicitan su servicio. El experimentado fotógrafo conversó con Correo sobre toda una vida dedicada a este arte.
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En décadas pasadas no habían institutos que formaban en fotografía ¿De quién aprendió? Mi hermano trabajaba en el estudio fotográfico de Manuel Jesús Glave. Comenzó a enseñarme en casa y luego me llevó al estudio. Aprendí poco a poco porque antes la fotografía era más compleja. Solo sacábamos fotos en blanco y negro y sepia. Habían proceso químicos a los que sometíamos el revelado del negativo para obtener una foto.
¿A los cuántos años empezó a trabajar de fotógrafo? Comencé cuándo tenía 15 años. Tomaba fotografías en los parques y cementerios, sobre todo en esos lugares. En esos años no estaba permitido el ingreso a la Plaza de Armas. A veces, los sábados o domingos, algunos ingresábamos a los portales, pero era muy arriesgado. Una vez, un compañero intentando escapar de la seguridad municipal casi fue atropellado por el tranvía.
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¿Cómo supo que la fotografía sería su sustento de vida? Con el tiempo. Uno sigue una carrera porque tiene una idea sobre lo que es, pero continúa porque está seguro de que es bueno en eso. Yo soy bueno en la fotografía.
De todas las fotos que ha tomado durante este tiempo ¿con cuál se queda? Cuándo era joven subí al Misti, por un camino que nadie se atrevía, porque antes se pensaba que solo había una ruta, pero después descubrimos cuatro. Me tome fotos en el cráter y también de la ciudad, esas conservó. Tengo muchas fotos y utilicé más de 10 marcas de cámaras. Algunas colecciones se perdieron en el terremoto del 2001.
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¿Qué hechos de la historia que ha podido fotografiar? Tengo fotos de varios presidentes. Manuel Prado Ugarteche, Fernando Belaúnde Terry y los militares que los siguieron. También de terremotos, las ruinas de la ciudad y la catedral, y de algunas huelgas.
¿Qué es lo más triste de esta labor? No hay mucha retribución. Ahora hay personas que vienen a la Plaza de Armas y usan sus celulares para tomarse fotos. Nuestro trabajo no es muy valorado ahora. Lo que quiero rescatar es el conocimiento. La fotografía es arte, es ciencia. Les gusta las fotos que tomo porque se destacar los monumentos, la posición es importante. Mis fotos han dado la vuelta al mundo gracias a los turistas.