Más de un mes después de que el premier Aníbal Torres revelara que el contrato con la concesionaria Odebrecht ya no va más, no sabemos nada sobre el futuro de Chavimochic. Sigo sin entender la celebración de algunas personas vinculadas al Gobierno Central y otros que mostraban una oposición demagógica a la empresa que debía acabar con Palo Redondo simplemente, para después irse. ¿Qué celebraron, una victoria pírrica e irrisoria que no sirve de nada? ¿Celebraron que el Estado no le pague a la ex-Odebrecht lo que exigía? ¿Acaso no se dan cuenta que la paralización nos hace perder aún más plata y terminamos así mucho más perjudicados como región y como país?
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Y en el colmo de la insensatez no faltaron quienes dijeron alegremente, como si estuvieran dando una revelación inaudita, que las empresas que buscaban que se reanuden rápido las obras de la tercera etapa lo hacían por interés económico. ¡Primicia, chocherita! ¿Recién se enteran que las empresas existen para ganar dinero? Pero en estos casos nos conviene que dichas empresas ganen dinero porque generan empleo y mueven la economía. Se trata aquí de decenas de miles de puestos de trabajo y dinero moviéndose en la región. ¿Qué tenemos en cambio ahora? Nada. Ni siquiera tenemos una remota idea de lo que va a pasar con el proyecto Chavimochic.
Una cosa es defender los intereses del Estado, y otra cosa es ser partícipes de discursos bobos y demagogos. En un contexto como este, en que la economía necesita reactivarse sin pérdidas de tiempo, debido a la crisis propia y externa, y en el que por añadidura tenemos un gobierno calamitoso que no ata ni desata, ¿qué nos convenía en el tema Chavimochic? Pero las cosas ya están hechas, y aunque desde el gobierno nos decían que Chavimochic va de todas maneras pese al asunto del laudo y del contrato resuelto con la ex-Odebrecht, la verdad es que no hay nada que nos haga pensar en una solución en corto o mediano plazo. Se hablaba de la modalidad de gobierno a gobierno como una opción para retomar las obras del proyecto, pero seguimos esperando sentados. El silencio aturde y sigue todo paralizado.
El gobierno regional de Manuel Llempén se irá en menos de dos meses. Ya todo está dicho en este tema; aquí ya ni queda nada por hacer. Habrá que presionar a César Acuña, que asume desde enero próximo, para que busque una solución a este embrollo, que para eso son elegidas las autoridades, justamente.