¡Ciiiroo! ¡Ciiirooo!... era el nombre que se escuchaba con eco en toda la extensión en el Cañón del Colca. Era el grito de policías, rescatistas nacionales y extranjeros, y también de foráneos que buscaban a Ciro Castillo Rojo (26), estudiante de Ingeniería Forestal de la Universidad Agraria La Molina, quien había sido dado como desaparecido desde el 4 de abril del 2011. Los días pasaban y todo el Perú se preguntaba ¿dónde está Ciro? Se inició una incansable búsqueda que terminó 202 días después: el 20 de octubre el universitario fue hallado sin vida en una quebrada del nevado Bomboya, a 1,000 metros de profundidad.
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Así, se ponía fin a uno de los casos más mediáticos que tocó el corazón de todos los peruanos. Un sentimiento común de solidaridad con la familia de Ciro Castillo, madres, padres e hijos vivían pendientes del caso. Paso a paso. Dato a dato. La prensa peruana informaba día a día sobre su búsqueda. El caso marcó historia y aquella fecha, su familia finalmente pudo darle cristiana sepultura.
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Universitarios exploradores
Esta historia, que inclusive llevó a una miniserie en la televisión, se inició luego de que la universitaria Rosario Ponce, desde el Cañón del Colca, a través de su celular, envió un último mensaje desesperado de auxilio a un amigo en Lima: “Ayúdanos, estamos perdidos, pide que nos rescaten”.
Este grito de auxilio llegó a las salas de redacciones de los medios de comunicación y así el país informaba de la desaparición de dos estudiantes universitarios. Ellos eran Ciro Castillo Rojo (26) y Rosario Ponce López (24), enamorados en ese entonces, que cursaban el décimo ciclo de Ingeniería Forestal en la referida casa de estudios.
Así se conocía, que la pareja, para tener más contacto con la naturaleza como futuros ingenieros forestales, viajó la última semana de febrero a Cusco, luego a Puno y como último tramo llegaron el 31 de marzo de 2011 a la Ciudad Blanca. El plan de los enamorados era regresar a la Ciudad Imperial para tomar el vuelo con destino a Lima, pero eso no ocurrió.
Inclusive Ciro se comunicó con su madre el domingo 3 de abril de 2011: “Mamá llego el próximo domingo (10 de abril) en la mañana para las elecciones”, fue el último contacto que tuvo el universitario con su familia. En esa llamada el estudiante también le solicitó el envío de dinero a su cuenta bancaria.
Los jóvenes, de espíritu aventurero, se internaron en el inmenso Cañón del Colca, en Arequipa. Vivieron experiencias inolvidables, pero se perdieron en su intento por salir de este lugar. Rosario Ponce estaba agotada y no podía seguir. El 4 de abril Ciro Castillo, muy valiente, decidió ir en busca de ayuda a un pueblo que se veía desde lo alto del Cañón del Colca. Dejó a Rosario en un punto donde podía guarecerse y partió monta abajo.
Los días pasaron y Ciro no volvió. Fue entonces que Rosario Ponce envió el último mensaje a su amigo y de ahí perdió contacto con el mundo. Caminó y se alimentó de hierbas e insectos. En las noches soportó temperaturas de 10 grados bajo cero.
En Lima, los padres de ambos jóvenes pedían ayuda a la Policía Nacional para ubicar y rescatar a sus hijos. El 13 de abril, cuarenta agentes de la Policía Aérea y de Alta Montaña se volcaron a la búsqueda palmo a palmo y así encontraron sana y salva solo a Rosario Ponce a inmediaciones del cerro Fortaleza, al pie de la cordillera de Chivay. Ella estaba deshidratada y tenía las manos entumecidas por el intenso frío. Con la ubicación de ella existían las probabilidades de encontrar con vida a Ciro Castillo.
“Que sigan buscando a mi hijo, por favor”
Los padres de Ciro Castillo Rojo nunca perdieron la esperanza de encontrar a su hijo con vida. “Que sigan buscando a mi hijo, por favor”, era el pedido de la angustiada madre del estudiante, Rosario García Caballero.
Los trabajos de búsqueda no cesaron. Rescatistas nacionales y extranjeros especializados en alta montaña se sumaron a esta inagotable labor entre ellos Topos Tlaltelolco de México, el grupo Soluciones Verticales, liderado por Christian Tataje.
El 21 de abril el padre de Ciro, doctor Ciro Castillo, desesperado al no encontrar rastros de su hijo, ofreció una recompensa de S/10 mil para quien encontrara a su vástago.
El 19 de mayo 14 sinchis de la Policía Nacional, procedentes de la base de Mazamari (Junín) se sumaron a la búsqueda. Ellos recorrieron grandes extensiones del valle y el 31 de ese mes concluyeron su labor sin éxito y se retiraron.
La búsqueda continuó. Así, el 16 de octubre un equipo mixto de alta montaña descendió hasta la zona denominada Capca y alcanzó a ver a lo lejos un trapo rojo e hicieron varias fotos y así se dieron cuenta de que se trataba de un cadáver. Dos días después entregaron el material fotográfico y fílmico a la fiscal María del Rosario Lozada Sotomayor, quien dirigió la búsqueda e investigación del caso.
Es así, que el 20 de octubre, dicho equipo de rescatistas ubicó el cadáver del joven sobre un despeñadero casi inaccesible en medio de la agreste geografía del nevado Bomboya, zona conocida como Las Torres. El cuerpo sin vida estaba en posición fetal en medio de un desfiladero. Posteriormente, la fiscal María del Rosario Lozada Sotomayor, informó que el cadáver estaba en estado de ‘saponificación’ (jabonoso).
Indudablemente era Ciro Castillo Rojo. Llevaba puesto su polera roja, una cadena de oro y un reloj que Rosario Ponce le regaló días antes de que se extraviaran en la montaña. Tres días después el cadáver fue recuperado y llevado a la ciudad de Arequipa.
El 28 de octubre, los restos del joven universitario recibieron un homenaje en la Universidad Agraria de La Molina, y por la tarde fueron enterrados en el Camposanto de Huachipa.
Caso archivado
Mientras duró la búsqueda de Ciro Castillo Rojo, su familia entabló una denuncia formal contra Rosario Ponce por la desaparición del muchacho. Ella alegó inocencia en todo momento. Durante las investigaciones de la Fiscalía, el informe del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses del Ministerio Público determinó que Ciro se desbarrancó, resbaló y cayó sin la intervención de terceras personas.
Dicho documento concluía que el joven murió de un politraumatismo grave afectando al cráneo y la columna, que causó su muerte instantánea, descartándose el asesinato.
El 2 de agosto de 2013, la fiscal María del Rosario Lozada defendió el pedido de archivamiento del caso y expresó que no puede denunciar a Ponce López porque “no se tiene la certeza” de que la joven haya empujado a su exenamorado y demostrar así su responsabilidad por el delito de homicidio simple.
El 27 de setiembre, la Segunda Sala de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia de Arequipa, conformada por los jueces superiores Fernán Fernández, Sandro Lazo y Héctor Huanca, archivó definitivamente el caso por el presunto delito de homicidio.