No hay crimen perfecto. Cadáveres ocultos en maletas, en cajas, en cilindros cubiertos con cemento, enterrados, calcinados y descuartizados han sido las formas empleadas por feminicidas para desaparecer el cuerpo del delito, pero el reciente caso de un taxista que estranguló y cercenó el cuerpo de la madre de sus dos hijos en Surco recurrió a lo extremo que ha llamado la atención a los detectives de la División de Investigación de Homicidios de la Dirincri: desintegró a su mínima expresión gran parte de los restos humanos.
El motivo que llevó a Víctor Mauro Ibarra (53) a actuar con extrema crueldad y perversión fue que no aceptó que su expareja ya tenía una nueva relación amorosa y que ella y él ahora solo eran amigos, informó el coronel Víctor Revoredo Farfán, jefe de la División de Investigación de Homicidios de la Dirincri.
De acuerdo con las pesquisas y pericias técnico científico, el feminicidio ocurrió el 17 de marzo. Mauro llevó con engaños a su expareja, Lucy Melgarejo Osorio (50), a la casa ubicada en la urbanización La Castellana. Ahí la estranguló. Luego compró una congeladora donde ocultó el cadáver y después adquirió una amoladora eléctrica con la que la cercenó.
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CRUELDAD
En los siguientes largos 30 días empezó a deshacerse de los restos -reducidos a su mínima expresión- botándolos en diferentes lugares.
El psiquiatra Carlos Bromley, jefe de Salud Mental del Ministerio de Salud, explicó “que se trata de una violencia machista psicopática, que no acepta que la relación con su pareja ya terminó, que su ex inició otra relación y que lleva a este tipo de varones a casos de extrema crueldad y perversión”.