Un hecho que pasó casi desapercibido esta semana por la coyuntura electoral es la declaración unánime del Congreso de la República para crear el Día Nacional de la Batalla de Zepita o Chua Chua, cada 25 de agosto.
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Esta batalla ocurrió en el año 1823 y es una de los más trascendentales para lograr la independencia definitiva del territorio nacional de la corona española.
El pasado 9 de junio, el Parlamento Nacional exhortó al reconocimiento de su sitio histórico en el distrito de Zepita, provincia de Chucuito, departamento de Puno, en mérito a su contribución a la causa de la Independencia del Perú.
La propuesta tuvo su base en los proyectos de ley 7051 y 7400 y obtuvo 111 votos a favor, 0 votos en contra y 0 abstenciones, además fue exonerada de segunda votación.
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Historia
La batalla de Zepita, conocida también como batalla de Chua Chua, enfrentó a las tropas del Ejército Real del Perú mandado por el general peninsular Jerónimo Valdés y el ejército patriota mandado por el general paceño Andrés de Santa Cruz.
Tras algunos intercambios de disparos entre la artillería y las guerrillas de ambos ejércitos, al promediar las cinco de la tarde la infantería peruana desplegada en la llanura inició un ataque frontal sobre las posiciones realistas en los altos de Zepita, el batallón de la Legión Peruana al mando del coronel Blas Cerdeña, avanzó sobre la izquierda realista donde fue resistido y rechazado por el batallón Vitoria y dos mitades de caballería al mando del brigadier José Carratalá siendo herido y hecho prisionero durante la acción el coronel Cerdeña.
Tras perder a su jefe el batallón peruano empezó a ceder el terreno siendo imitado por el resto de la infantería peruana, aunque en su parte Santa Cruz afirma que se debió a una estratagema suya para sacar al enemigo de sus favorables posiciones defensivas, percibiendo que la infantería enemiga se retiraba en desorden el general Valdés ordenó una carga general de su caballería con la esperanza de quebrar las líneas patriotas y decidir la batalla a su favor.
Santa Cruz por su parte dispuso también que los húsares de la Legión, mandados por el coronel francés Federico de Brandsen y los jefes de escuadrón Soulanges y Aramburu, cargasen a la caballería de Valdés, el choque en la llanura fue favorable a los húsares patriotas, que obligaron a volver grupas a sus contrarios a los que sablearon en su retirada tomando además 184 prisioneros hasta ser contenidos por los fuegos de la infantería realista.
Al caer la noche ambas fuerzas se retiraron, asegurando mutuamente haber quedado dueñas del campo y conseguido una victoria. Las bajas confesadas por Santa Cruz fueron 28 muertos y 84 heridos, teniendo además 30 prisioneros pero capturando un considerable botín de 240 fusiles, 52 caballos ensillados, 240 lanzas, 63 sables y algunos otros despojos de guerra. Las bajas realistas fueron 100 soldados muertos y 184 prisioneros.
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