El conductor de Polizontes, Jesús Alzamora, acaba de lanzar su tercer libro, Diario de un mago, en el que narra detalles de su incursión en este arte tras dejar de ejercer como abogado.
“No quería dedicar mi vida a resolver problemas del resto”, dice el joven actor, que en el 2012 tuvo un papel en Al fondo hay sitio.
¿Cómo nace este libro?
Este libro surge porque mucha gente me preguntaba cómo hacer tal truco, si me ha servido para conocer alguna chica. Me pareció que el tema generó mucha curiosidad y morbo. Yo había leído diarios como La tentación del fracaso, de (Julio Ramón) Ribeyro, y Diario de un libertino, de Rubem Fonseca, y me pareció muy literario poder saciar estas curiosidades y contar esta historia, aunque le agrego sal y pimienta.
¿Has practicado una travesura mala con la magia?
No. Creo que soy una persona bastante noble. Travesurillas. La magia es un poder que te permite tener un show en el bolsillo. Me ha abierto muchas puertas. Cuando hice mi primer casting en TV, creo que me eligieron gracias a la magia. A mi novia (María Paz Gonzales Vigil) creo que también la conquisté con la magia. Pero la dejé de utilizar para esas cosas porque entendí que era una herramienta de trabajo con la que tienes que tener cierta responsabilidad y no usarla para estar conquistando chicas en discotecas.
¿Cuánto te tomó desarrollar este arte?
La magia es como cualquier arte: nunca terminas de perfeccionarla. Yo empecé hace ocho años profesionalmente por azar. Un amigo que se llama Corey me enseñó algunos efectos a cambio de que yo le enseñe algunas formas de comunicación correctas. Después empecé a descubrir de manera autodidacta todas las posibilidades que la magia tiene. Yo me he inclinado por la magia hablada, picarona, divertida, apoyándome mucho en las cartas, y paralelamente he ido desarrollando la literatura, que siempre fue lo que me gustó.
¿Cómo te hiciste profesional en la magia?
Yo me mandé al ruedo profesional sin ser mago, era un truquero, un estafador. Solo sabía tres trucos, pero hablaba bien y me vestía correctamente. Al principio fue por ganar dinero, pero después me di cuenta de que lo que tenía en las manos era mucho más grande que unos dólares; era una ilusión, un arte. Me enamoré de la magia y empecé a investigar. Ahora es mi hobby, mi juego, mi pasión. Me encantaría hacer un personaje de mago en la ficción, o conducir un programa de literatura, o escribir una novela sobre magia.