Julio Sabala, uno de los artistas del género de la imitación más importantes e influyentes de la industria del entretenimiento, eligió Lima para celebrar sus 35 años de carrera marcada por el éxito y la vigencia. “Ahora que vivimos ese choque generacional, de la de hierro que se va lentamente, y la emergente que es la de cristal, estos 35 de carrera se convirtieron en el motivo obligado para presentar en el escenario lo que el público y la fanaticada habitual quiere ver y también lo que quieren apreciar las nuevas generaciones”, dice el artista dominicano que presenta del 14 de octubre al 16 “Lo de ayer y lo de hoy”.
¿Hay artistas clásicos que incluyes en tus espectáculos que nunca deben faltar?
Claro, sobre todo los que han sabido envejecer con dignidad y que ostentan el título de clásicos, porque hay algunos que tienen la trayectoria, pero que mataron a cuchilladas el recuerdo, por su pérdida de facultades y de ir arrastrándose por ahí; esos ya no se convierte en dignos de ser imitados. Un Julio Iglesias, un Raphael, Roberto Carlos, José Luis Rodríguez, son personajes que siguen siendo dignos de que uno no sienta ningún reparo en imitarlos.
Con más de tres décadas en el oficio, ¿cuál es la fórmula para seguir proyectando vitalidad en el escenario? Es la combinación de dos cosas, de la herencia genética y también de la disciplina, que se convirtió en mi caso, en un estilo de vida. No fumo, no bebo, no me drogo, tomo un poco de café, tomo té, limonada, de ser posible sin azúcar, es un cuidado personal para satisfacción mía pero trae como valor añadido que me mantiene para mi trabajo. Voy trabajando la evolución para poder ser más que un recreador de estrellas, ser un comunicador humorístico, un catedrático del humor, y el show que traigo va en esa línea.
Ya que imitas a estrellas, pareciera que ahora todos quieren serlo en el menor tiempo posible, como un viral en las redes sociales.
Ahora las plataformas de distribución se han multiplicado de manera exponencial, y bueno, ante tanta oferta, la gente se va quedando con lo llamativo y habitualmente lo que se hace viral, es algo de mal gusto. En realidad son como los virus, pero los virus no están todo el tiempo en el cuerpo, o te matan, o tu sangre y cuerpo lo destruyen o las medicinas externas,
Debido a este nuevo escenario la gente no está diferenciando al artista con la celebridad, y eso es preocupante.
Totalmente, pero en la era de la información percibo que es cuando más estamos desinformados, vivimos en un mundo extraño en el que hay mucha confusión de concepto y de criterio. Una cosa es ser conocido y famoso, y otra cosa es ser querido y popular, el famoso es porque te ubican con una actividad específica que te puede poner de moda, pero el popular es el que se metió en el corazón de la gente.
Eres un artista que ha logrado ingresar al corazón de la gente en base a su talento. Y eso no se improvisa, hace falta tiempo, así como un árbol, no nace de la noche a la mañana por más agua que le eches, pasa lo mismo con los personajes, no te metes en el corazón de golpe, la gente está en tu corazón por la maduración, por el tiempo.
Con el tiempo has logrado que el nombre Julio Sabala se asocie a un espectáculo de nivel, a un show que sabes lo que vas a ver, siempre asociado al talento. Y a eso se debe aspirar, al prestigio. Por ejemplo, yo he cuidado mucho donde me presento por poner un ejemplo, me han ofrecido muchas cosas que yo he tenido que renunciar para no lastimar la carrera, entonces es muy importante ese cuidado permanente, se convierte en el sello de la casa.
Tus nuevos personajes en los shows, como Bad Bunny o Camilo, no te exigirán grandes esfuerzos vocales, ¿o si?
Me la ponen más fácil, por ahí me preguntaron qué opino de las nuevas generaciones, bueno, dije que se conforman con poco. Y si noto una diferencia entre el esfuerzo de la vieja guardia y la nueva generación, esta nueva que ahora canta con ayuda de las máquinas y los sonidos electrónicos, en otros tiempos no calificarían para ser cantantes y dar conciertos.
El verdadero cantante solo necesita su micro de pie.
Como yo siempre digo: donde hay magia, no hace falta truco.