A sus 74 años, Manuel Donayre, una de nuestras máximas voces de la canción criolla, admite sin falsa modestia que su impactante registro vocal no es fruto de intensas clases de canto, ni menos de sofisticadas técnicas de interpretación. “Lo único que hago para mantenerla es cuidarme de no tomar cosas heladas, evito el aire acondicionado y no me gusta el café. Mi registro es el mismo de antaño, solamente se trata de saber colocar los tonos. Soy un agradecido de la vida porque, yo nací para cantar”, dice el artista.
Para los cantantes la voz es su herramienta de trabajo, por eso, quien no la cuida....
La voz se maltrata si es que no la cuidas, y sobre todo, si le exiges más de la cuenta. La vida que uno lleva también te la cobra muy caro, hay que saber manejarse en esta carrera.
El retiro siempre es una palabra que está latente en la carrera de un artista.
Yo pienso que uno debe saber en qué momento dice hasta aquí nomás. Pero ese contacto con el público, no lo puedes dejar, es todo lo que has acumulado a través del tiempo.
¿No se te ha pasado por la cabeza retirarte?
No, más bien mis dos hijos me dicen, tú tienes que pensar en qué momento tienes que retirarte. Pero yo les pregunto ¿Por qué? ¿Por qué? Lo único que sí me incomodan con los años son los viajes. Tengo miedo a los aviones, a los viajes largos, pero ya cuando estoy en el escenario me olvido.
Definitivamente la música es tu vitamina. Es mi vida, es mi respiración, es mi alimento , mi gran amor y por eso no se puede dejar.
Y además, te has convertido en un referente del género criollo para varias generaciones.
Pienso que hice bien mi trabajo, no he trabajado en vano, y eso me ha dejado como referente para las nuevas generaciones. Siento mucha emoción cuando la gente joven me saluda, me mira con respeto, sabe de mí porque me ha escuchado gracias a sus abuelos o a sus padres. Eso significa estar en el corazón del pueblo.
¿Hoy es más fácil darse a conocer y que te tomen en cuenta que antes?
Por las redes, es más fácil, porque antes tenías un círculo donde los empresarios no miraban a los nuevos, trabajaban solamente con los que habían, y ellos rotaban, rotaban y a uno no le hacían caso.
¿Y cómo lograste hacerte conocido? Yo comencé desde muy chico, lo hice con la música negra, con Nicomedes Santa Cruz y mi tía Mercedes Traslaviña, que era la primera voz del conjunto Cumanana. Un día se enfermó la primera voz varón del grupo, y nadie se imaginaba que yo podía reemplazarlo, hasta que en mi casa empecé a cantar. Entonces, Nico (Santa Cruz) dijo, y ahora qué hacemos, él es menor de edad. Allí se inició todo y tuvieron que convencer a mi papá. Él no quería que yo siguiera la música, porque decía que no era una profesión.
De allí nadie te paro..
Primero hice teatro, luego peñas, y de allí logré conexión con la disquera Sono Radio para grabar mi primer long play en el año 80. Grabé tres en un solo año.
¿La voz o un estilo, qué es lo que pesa más en la carrera de un cantante. Por el estilo es por el que todo el mundo te va a señalar, por ese sello tan personal es que el público te identificará. Hay voces muy potentes que no transmiten nada, no interpretan, no viven la canción, eso también es vital para el éxito de un cantante.
Hay muchos ejemplos de cantantes que vivieron épocas de gloria y hoy están en mala situación, ¿qué haces para que no te suceda eso?
Yo creo que si tú respetas lo que tienes y lo que haces, vas a saber qué pasos dar en tu carrera. Soy muy previsor, he sabido guardar pan para mayo y mis hijos son los que manejan mi carrera. Ellos me cuidan y son mis pilares.
Te sientes querido en tu país, a pesar de vivir fuera..
Sí, mucho, y el amor es recíproco, lo siento cada vez que regreso a mi tierra y la gente me dice Manuelito y se emociona al verme. Eso no tiene precio.