A pesar de su rostro adusto y serio, el experimentado actor Reynaldo Arenas desborda simpatía y carisma. A punto de cumplir 50 años de trayectoria actoral, el cusqueño que se hizo famoso por dar vida en el cine al caudillo Túpac Amaru II, tiene una posición firme sobre el poco interés de los gobiernos de turno hacia la cultura. Sin embargo, ello no ha hecho que desista de su labor de llevar el teatro a diversos distritos y provincias del Perú donde muchas veces no hay un escenario.
Por eso, a sus 71 años, Arenas regresa a las tablas con la obra del aclamado escritor Oscar Wilde El abanico de Lady Windermere, que se estrena este jueves en el Teatro Julieta de Miraflores. Aquí encarna a Augusto, un adorable caballero de amplia experiencia que está terriblemente enamorado de la señora Erlynne, una misteriosa mujer que guarda un gran secreto.
“Esta es una obra de gente joven que se atrevió a poner en escena una obra de Wilde muy clásica. Es una gran obra, pero franciscana, sin una gran calidad interpretativa. Mi personaje es simpático, bonachón, acostumbrado a la buena vida y tiene matices de la comicidad”, comenta Arenas.
Usted prefiere el teatro antes que la televisión o el cine...
Es que yo soy de formación teatral, me dedico más al teatro porque es una actividad que, a pesar de que no se gana mucho, te mantiene en training. No es como la televisión o el cine, que te permiten comodidades económicas, pero el teatro te sirve para una confrontación más directa con el público. Además, nos sirve para llevar una proyección social y cultural a otros lugares. Con esta obra tenemos que hacer una especie de teatro itinerante para viajar a universidades de diversas provincias. El teatro es una tribuna que te permite educar y entretener.
Tengo entendido que siempre está llevando obras a diversas provincias...
Sí, creo que eso es importante porque el teatro no se puede centralizar en Lima. Lamentablemente, en el interior no hay salas apropiadas para hacer sobre todo este tipo de obras como la de Oscar Wilde, pero hay universidades que tienen algunos auditorios y municipalidades con salón de actos. Creo que hay que ver la forma de salir así. El público del interior está sediento de teatro y de cultura en general.
No solo en las provincias sino en la periferia de Lima...
Claro. Yo estoy trabajando en Ate-Vitarte y hay talleres donde se dicta arte y la convocatoria es grande y masiva, la gente tiene necesidad de acercarse al arte. No solo al teatro sino a la pintura, música, poesía, etc. El Perú es un crisol de gente muy talentosa, lo que falta son oportunidades.
¿Esa vocación de difundir el arte hizo que en algún momento de su vida apoye al gobierno militar de Velasco Alvarado?
Yo creo que sí, desde ahí viene. En la época de Velasco, creo que hicimos un verdadero trabajo de conciencia social para que la gente abrace y ame el arte. Creo que todo avance económico debe ir de la mano de la cultura. Los jóvenes ahora viven totalmente alienados, en una realidad ajena a nuestro país. No saben quién es (Manuel) Scorza, César Vallejo, Abraham Valdelomar, pero pregúntales la última canción de Madonna o Justin Bieber y la saben. Como comunicadores, tenemos la obligación de incentivar, rescatar y revalorar en nuestra gente el amor por nuestra cultura e identidad. El teatro es una buena plataforma para hacer eso; lamentablemente, muchas autoridades y algunos gobernante ven al arte como una cosa peligrosa porque hace tomar conciencia. Los países que son cultos son muy difíciles de dominar. Pero si tenemos un país lleno de borregos e ignorantes, es más fácil dominarlos.
¿Por eso cree que existe la televisión basura?
Claro. Incluso los gobernantes en sus discursos muestran que no hay nada de cultura. La educación en general en el Perú es muy elitista. Cualquier hijo de obrero no puede ir a una universidad. Tiene que aspirar a la San Marcos, donde se presentan 50 mil para que ingresen solo 2 mil. Eso es un reflejo de que no les interesa la educación, porque acá deberían haber más universidades nacionales. Económicamente hemos avanzado, pero culturalmente estamos mal.
Con tantas serie de televisión que se han hecho en este último año, ¿por qué no lo hemos visto en ninguna?
Es que no hay buenos papeles. Me llaman para hacer cada pachotada. No es el hecho de trabajar en televisión y ganar un dinero, hay que hacer cosas de calidad. A mí ya no me interesa hacer ese tipo de cosas. Siempre te llaman para hacer de violadores, borrachos y asesinos.
¿A los actores de rasgos andinos como usted los ven así?
Exacto, nos ven así y para qué aceptas. Eso a mí no me interesa, siempre te llaman para personajes marginales, sublumpen, contradictorios a la realidad, estereotipos. En general, te llaman para hacer cosas sin sentido.
Por eso ha rechazado trabajar en la televisión...
Sí. No me interesa. Ahora ya no tengo cargas familiares, tengo una hija ya casada, vivo solo y realmente solo trabajo para mí. Antes sí, hasta me he calateado en el escenario haciendo café-teatro. En la buena época del café-teatro (en los 80), la paga era buena, pagaban en dólares. He logrado hacer 500 o 600 dólares a la semana, eran casi 2 mil dólares al mes.
Reynaldo Arenas H.
Actor (71)
Ha participado en 15 filmes, 12 series y telenovelas y 11 obras de teatro. En el cine, uno de sus roles más destacados es el de Túpac Amaru II en Túpac Amaru (1984).
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