La lluvia y la vendimia llegaron al unísono y no estábamos preparados para eso. Si el agua se adelanta o retrasa es un problema o una bendición para productores de pisco y vino, según sea el caso. El año 2023 los departamentos de Lima e Ica lo recordarán como extraordinario, por las condiciones extremas del clima que nos plantaron de cara a nuestra vulnerabilidad.
La producción de uvas depende en gran medida de las condiciones del clima, sin embargo, se puede estar mejor preparados para algunas contingencias. Este año, comenzó con una ligera tardanza en la lluvia, que, en general resultó beneficiosa. Se estimaba una sobre-producción porque las condiciones del año pasado fueron favorables.
En las regiones de Tacna, Moquegua y Arequipa, cuando llegó la lluvia ya se había realizado la mayor parte de la vendimia, así como en algunos sectores de Ica y el sur de Lima. A ratos nubarrones intranquilizaron a algunos productores, quienes esperaban que las vides alcanzaran el punto requerido de azúcar, propicio para la fermentación y destilación.
Pero en los departamentos centrales la historia fue distinta, golpeados por el ciclón Yaku, verdaderos chaparrones ocasionaron huaycos y una elevación de la temperatura y la humedad causante de hongos. Entonces, no tardaron en llegar los reportes de pérdidas importantes en las zonas de Quilmaná, Huacho, algunos sectores de Cañete, el valle del río Huara, además de problemas de obstrucción de vías. En el caso de Ica, los grandes productores apuntan a la normalidad tal vez por estar mejor preparados, pero los pequeños señalan pérdidas.
Conversando con expertos la situación cambia según la zona, pero con grandes coincidencias. Todos siguen con atención las condiciones meteorológicas, tal como apunta el agrónomo Felizardo Fabian, “ahora hay herramientas más precisas para monitorear la naturaleza, para adelantarnos lo suficiente”. Entonces, parte del problema se pudo minimizar con acciones preventivas como la limpieza de los canales de riego y por donde pasa el agua de los huaycos, que suceden cada año.
Por otra parte, en el sur de Ica el agua ha sido “bienvenida” en los lugares donde más escasea, pero no hay manera de represarla para cuando se necesite, porque hay un temor a un próximo período de sequía. Ese es un punto importante en la agenda regional.
Un inconveniente es la falta de estadísticas e información precisa que permita establecer planes de acción y contingencia, dado que escasean registros y estadísticas rigurosas.
Esta situación ha demostrado que si queremos crecer en la producción de vinos, tenemos que contar con planes de financiamiento, prevención de desastres, apoyo al productor, todo tiene desarrollarse al mismo ritmo.
Se prevé una baja en la producción en 2023, que, probablemente encarezca los vinos. Pero es necesario que los consumidores apoyemos la industria vitivinícola nacional. Me quedo con las palabras del productor Alberto Di Laura, “La tierra te da, la tierra te quita. Así lo entiendo desde siempre. Me quedo con la esperanza que el próximo año será mejor. ¡A seguir adelante!”