Andrés Arauz, de 36 años, se define a sí mismo “como un economista poskeynesiano, social y solidario”. Para sus compatriotas ecuatorianos, es llanamente el candidato de Rafael Correa. Durante la campaña, su estrategia fue montar en un vehículo bautizado como el “Arauzmóvil” y apelar a fotos e incluso gigantografías del expresidente.
Explotar su vínculo con el exmandatario, de quien fue ministro de Conocimiento y Talento Humano, ha sido una estrategia inteligente. Le ha valido conseguir el primer lugar en las elecciones generales del pasado 7 de febrero. Allí obtuvo poco más del 32% de los votos, lo que le aseguró su pase a la segunda vuelta del 11 de abril. Su rival se definirá en un ajustado reconteo de votos entre el conservador Guillermo Lasso (tentativamente con el 19,74% de los votos) y el líder indigenista Yaku Pérez (19.38%).
Arauz no solo se muestra como el delfín de Correa, no descarta además darle cabida al exgobernante en el nuevo Ejecutivo. “Aspiramos a que Rafael Correa sea uno de mis principales asesores en la función de Gobierno dada su experiencia en haber transformado el Ecuador en el despliegue de infraestructura, gestión, ordenamiento del servicio público en una administración pública eficiente”, dijo –a la agencia de noticias Efe– el joven político sobre el exmandatario, actualmente en Bélgica y con sentencia por corrupción en su país.
Panorama
Arauz supone un giro a la izquierda frente a la gestión de Lenín Moreno, otro presidente que también llegó al Palacio de Carondelet (sede de Gobierno en Quito) con el respaldo de Correa. Moreno, ahora rival político del exmandatario, pretendió una serie de reformas económicas alejadas de la línea del correísmo. Por ejemplo, querer eliminar el subsidio a los combustibles, lo cual desató las protestas de 2019. Todo ello, sumado a la crisis financiera y sanitaria de la pandemia de COVID-19, ha mermado la popularidad del actual jefe de Estado.
Una de las razones del éxito de Arauz en primera vuelta puede ser precisamente haber sabido explotar la memoria de los tiempos de Rafael Correa, que se asocian con grandes obras de infraestructura, subsidios y cierta bonanza económica.
“El correísmo se desarrolló en una época de ingresos altos en la región. Me parece que el correísmo está aprovechando el contexto difícil actual recordando los tiempos de vacas gordas. Pero también ha sabido renovarse. Arauz ha podido lavarle la cara al movimiento. Se presenta como una alternativa, como un candidato joven, alejado de acusaciones de corrupción. Eso genera un atractivo de cambio”, señala el internacionalista Óscar Vidarte.
Arauz, sin embargo, de llegar a la Presidencia, no podrá escapar de la situación económica. Ecuador es un país endeudado. Y uno de sus acreedores es el FMI, que le otorgó un rescate financiero por 6500 millones de dólares. En entrevista con la agencia de noticias Efe, el candidato señaló que no va a cumplir con las condiciones previamente pactadas. Incluso, las calificó de “draconianas”.
Pero Ecuador va a necesitar dinero, de dónde lo conseguiría una virtual gestión de Arauz también remite a Correa. “Probablemente va a tratar de acudir a otras fuentes de préstamo. Como Correa, que no acudió al FMI, sino a China. No me sorprendería que haya otro acercamiento a China”, refiere Vidarte.
Aún no está dicho quién será el rival de Arauz. De acuerdo con el internacionalista, es probable que su mejor opción sea tener a Lasso de oponente, debido al voto partido de Yaku Pérez.
“El voto de Pérez es indigenista, marcadamente anticorreísta, por la mala relación que los movimientos indígenas tuvieron con Correa en el pasado. Pero también es un voto de gente joven, feminista, proaborto”, dice Vidarte. Esa población joven difícilmente votaría por un conservador a ultranza como Lasso. En cambio, la derecha es más probable que se alinee con Pérez antes que Arauz, en una segunda vuelta entre ambos.