Argentina, como varios países de la región, entra en una nueva temporada de otoño-invierno en la que otros virus respiratorios comienzan a circular en simultáneo al SARS-CoV-2. Por ello, especialistas confirman que muchas de las personas que recibieron o están a la espera de recibir la vacuna para prevenir el coronavirus deben, además, inmunizarse contra la gripe estacional.
Poco se sabe sobre la interacción de ambas vacunas, o si pueden o no aplicarse de manera simultánea o cercana en el tiempo.
Por ello, el subsecretario de Estrategias Sanitarias en Argentina, Juan Manuel Castelli, explicó a Infobae que “la campaña de vacunación antigripal tiene como propósito reducir las complicaciones, hospitalizaciones, muertes y secuelas ocasionadas por la infección por el virus influenza en la población de riesgo en Argentina”. Para lograr este objetivo, cada año es necesario alcanzar coberturas mayores o iguales al 95% en cada grupo de la población en riesgo.
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En Argentina la campaña de vacunación contra la COVID-19 inició en diciembre del 2020. Además, Castelli, explica que “dado que en este momento la circulación del virus SARS-CoV-2 supera ampliamente a la del resto de los virus respiratorios, se recomienda que la vacunación contra la COVID-19 no se difiera para los grupos priorizados y sea administrada oportunamente en cuanto se cuente con las dosis disponibles”.
Asimismo, enfatizó que para quien “con la evidencia disponible al momento, el intervalo entre la vacuna contra COVID-19 y cualquier otra vacuna debe ser de al menos 14 días para poder monitorear durante las primeras dos semanas posibles efectos que pudiera producir con la aplicación de cualquiera de las dos vacunas”.
Por otro lado, a nivel mundial no hay todavía resultados sobre la coadministración de vacunas contra la COVID-19 y las destinadas a prevenir otras enfermedades, por lo que el intervalo mínimo de 14 días se recomienda no solo para la vacunación antigripal, sino para todas las otras vacunas que forman parte de los calendarios de inmunización.
El médico infectólogo y presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, Omar Sued, consideró en conversación con Infobae que “es importante mantener los esquemas habituales y que todas las personas mayores que tienen indicación de vacuna de gripe y neumonía la reciban”.
Y tras señalar que “cualquier persona mayor de 65 años tiene que estar vacunada contra la gripe y el neumococo”, aclaró que “la vacuna antineumocócica no se da todos los años así que muchos de quienes ya están vacunados contra esa enfermedad y tal vez no la tienen que repetir este año, pero sí se tienen que aplicar la antigripal”.
Diversos infectólogos y especialistas en el tema indican que la situación es nueva, por ello, se debe seguir a detalle las recomendaciones del Ministerio de Salud de cada país y los organismos internacionales expertos. Sin embargo, ante la falta de evidencia en Argentina “se decidió que tiene que haber 14 días de diferencia mínimo entre una vacuna y la otra”, explicó el médico infectólogo Lautaro De Vedia.
Asimismo, aconsejan que la primera dosis que se deben administrar a las personas de riesgo mayores a 60 años es la antigripal y posteriormente la del COVID-19, considerando el turno asignado por el Gobierno. Después de ello, podrían considerar inocularse con la antigripal después de dos semanas, explican los infectólogos argentinos.
Quiénes deben recibir la vacuna antigripal y quiénes la anti COVID-19
Según establece el Ministerio de Salud de Argentina, la población a ser inmunizada contra la influenza estacional son el personal de salud, embarazadas en cualquier trimestre de gestación, niños de entre seis y veinticuatro meses de edad, personas entre los dos y sesenta y cuatro años. Asimismo, los adultos mayores de 65 años que no necesitan prescripción médica para inocularse.
En tanto, para la vacuna contra la COVID-19, la población dispuesta por la cartera sanitaria en Argentina, en coincidencia con la Comisión Nacional de Inmunizaciones, deben ser el personal médico, adultos mayores de 60 años y personas entre los 18 a 59 años que puedan tener algunos factores de riesgo como diabetes, enfermedad cardiovascular, enfermedad renal crónica (incluidos pacientes en diálisis crónica), enfermedad respiratoria crónica, cirrosis, personas que viven con VIH, pacientes en lista de espera para trasplante de órganos sólidos y trasplantados de órganos sólidos.
Por último, las enfermedades causadas por otros virus respiratorios diferentes al SARS-CoV-2, por ejemplo, neumonía, bronquiolitis y enfermedad tipo influenza (ETI) mostraron una franca disminución en 2020 respecto a los años anteriores, según los datos que arrojó la vigilancia epidemiológica.
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