Arqueólogos colombianos descubrieron los restos del que puede ser un buque mercante del siglo XVIII hundido por el marino español Blas de Lezo en 1741 para intentar bloquear el acceso de los ingleses a Cartagena de Indias, explicaron hoy a Efe los investigadores.
El descubrimiento consiste en un cañón y varios trozos de madera que hacen parte de “un patrón que permitiría deducir que todas las maderas y las estructuras pertenecen a un solo barco”, explicó a Efe el profesor de arqueología de la Universidad Externado de Colombia y director de la Fundación Terra Firme, Carlos del Cairo H.
El pecio hallado al parecer hace parte de los cuatro navíos que el “Mediohombre”, como se le llamaba a Blas de Lezo por las numerosas heridas sufridas en batalla, hundió en el canal de Manzanillo durante el asedio a la ciudad por parte de los corsarios ingleses comandados por el almirante Edward Vernon.
El almirante Blas de Lezo, dentro de su estrategia de defensa de la ciudad, hundió al menos seis buques de guerra más en los canales de Bocachica y lo que hoy se conoce como Castillo Grande para que los agresores encallaran sus barcos en su intento de tomar la ciudad.
“El cañón que encontramos está clavado, es decir inutilizado; estudiando las características del cañón pareciera que hubiera sido inutilizado por lo que nuestra hipótesis es que podría haber sido parte del lastre del barco”, indicó Del Cairo.
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Pese a que el cañón no se pudo intervenir pues en Colombia no se cuenta con la infraestructura adecuada para hacerlo, Del Cairo dijo que “es de hierro y estamos apenas en la caracterización tipológica que nos permite pensar que es de origen español”.
“Creemos que es un cañón de seis libras, es decir que permitía disparar balas de hasta seis libras”, agregó.
El hundimiento se encuentra frente a la isla de Manzanillo donde están las instalaciones de la Escuela de Cadetes de la Armada Nacional, el Fuerte de Manzanillo y la Casa de Huéspedes Ilustres, donde el presidente de Colombia se aloja cuando visita la ciudad.
Del Cairo dijo que este patrimonio arqueológico colombiano está alterado porque los dragados que se realizaban antiguamente para profundizar el canal nunca contemplaron “un plan de manejo arqueológico que por ley (hoy) deben hacer las empresas que van hacer una intervención ya sea en agua o de tierra que implique remoción de tierras”.
“Este es un sitio que como fue removido está alterado, es decir está desencajado desmembrado y tenemos muy pocas piezas, que están dispersas”, subrayó.
En la excavación submarina, que tardó 40 días, participaron además de los arqueólogos colombianos, profesionales de Argentina, Uruguay y Chile, así como un arquitecto de México, un arquitecto naval argentino y una experta en conservación de material arqueológico sumergido de España.
Por los “elevados costos” que implica el tratamiento y la conservación del cañón y las maderas encontradas si se sacan del agua, se optó por reubicar el naufragio en otro lugar del fondo de la bahía y así protegerlo del dragado que se realizará del canal de Manzanillo, manifestó Del Cairo.
Las coordenadas de la ubicación exacta del naufragio se mantienen en secreto para evitar posibles saqueos a manos de piratas modernos y cazadores de tesoros. EFE