A propósito del estreno del documental “El estafador de Tinder” en Netflix, donde se exponen los engaños de Simon Leviev, en Colombia la ingeniera de sistemas Carolina Marín, de 37 años, contó que estuvo a poco de caer en una estafa similar por un sujeto que conoció a través de la aplicación de citas. Su caso destapó el modo de operar del embaucador y otras víctimas se animaron a salir a la luz.
Carolina, a través de su cuenta de Twitter @HIADA, narró que un sujeto que se identificó como Juan Fernando Moreno trató de estafarla luego que iniciaran una amistad a través de Tinder.
En la aplicación de citas Juan Fernando se presentaba como ganadero en su finca en Puerto Berrío, con fotos que respaldaban su historia. Al igual que Simon Leviev, su estrategia era demostrar solvencia económica y luego sufrir alguna adversidad que le obligue a pedir dinero prestado de forma inmediata. Eso fue lo que intentó con Carolina luego de las casi dos semanas que estuvieron en contacto.
Un hombre honesto
Carolina narra a la página Semana que cuando hizo match con su estafador estaba por desinstalar Tinder, pero que tomó la decisión de continuar la conversación por WhatsApp. “Fue el primer error”, recuerda.
El sujeto se describía en Tinder como honesto y religioso, que no buscaba algo casual. Carolina narra también cuál fue el segundo error que cometió.
“Se describía así: ‘Soy honesto’, algo que para mí era invaluable. También decía ‘soy temeroso de Dios’ y, aunque no soy muy religiosa, eso me pareció bien. Además, decía ‘no busco sexo casual’. Era el hombre que todas buscamos en Tinder. Yo le dije la verdad, que en ese mismo momento estaba desinstalando Tinder, pero cometí un error que fue darle mi contacto de WhatsApp. El otro error fue no verificar su identidad, algo que se puede hacer hoy en estas redes sociales para cerciorarse de que el que habla es el mismo de las fotos. Él no tenía su cuenta verificada”.
Durante los siguientes días él empezó a escribirle a cada momento, enviando además audios y videos de su quehacer diario en su granja, de esta forma no solo mostraba interés y preocupación por ella, sino también manifestaba solvencia económica. El mismo operar del estafador de Tinder, quien de esta forma instala la idea de que si te pide prestado, sin duda te pagará.
“A medida que pasaron los días me di cuenta de que con sus videos me quería mostrar un estilo de vida muy ostentoso y que yo supiera que tenía mucho dinero. (...) Esos videos en los que iba en su Toyota me parecían muy de mal gusto porque no sabía qué necesidad tenía de mostrarme tanta cosa que tenía: un Apple Watch, un iPhone de tres cámaras, todo para deslumbrarme”, recuerda.
Las dudas
Carolina, pese los mensajes cursis e intensos que solía enviar desde las cinco de la mañana o las demostraciones innecesarias de opulencia, llegó a interesarse en él y una semana después ya estaban coordinando verse en su casa en Manizales.
Sin embargo, con el inminente encuentro le saltaron algunas dudas. Primero le preguntó por qué no tenía redes sociales y él respondió que las borró todas luego que una exnovia le fue infiel. Luego le pidió una videollamada y si bien él se conectó solo se vio la pantalla en negro con el mensaje “reconectando”. Juan Fernando le aseguró que la señal era mala en su finca.
Incluso cuando le pidió que le envíe un video de su rostro porque no creía que se esté “levantando” a alguien tan guapo, el estafador le dijo que si ella no podía creer que puede estar con un hombre como él es porque tiene un problema de autoestima e inseguridad. Carolina le dio la razón y nunca recibió el video.
El engaño
El día del encuentro ella le pidió que le enviara su ubicación para seguirlo en el trayecto, pero nunca le envió. En el transcurso del viaje -siete horas- él le escribió diciéndole que estaba en un retén el Ejército en Fresno porque le habían encontrado un arma que utiliza para espantar el ganado, que no llevaba los permisos correspondientes y que podían “darle de 9 a 12 años de cárcel”.
Carolina vio el engaño, pero no sabía cómo reaccionar. El continuaba contando su historia: “El señor del Ejército me está pidiendo tres millones y yo traigo dos millones 125 mil y me faltan 875 mil”.
En cada llamada se escuchaba una grabación de voces militares y no tenía duda que era una estafa. Ella comenzó a probarlo, primero le dijo que iba donde estaba a darle el dinero en efectivo, pero él respondió que no llegaría a tiempo. Luego le propuso que le dé su número y clave de tarjeta, pero él se negó asegurando que todo estaba encriptado.
“Se me salió la rabia y le dije que no le iba a dar la plata. Él se puso bravo y me dijo que se arrepentía de haber hecho ese viaje por mí y me colgó. Yo pensé que ese era el final de la historia, pero lo último que supe de él fue un mensaje al poco rato en el que me escribió: ‘Ahí esta lo que quería’. Era su ubicación. En Google, ese punto coincidía con la cárcel Las Heliconias de Florencia”, dijo.
Carolina intentó poner la denuncia en la Fiscalía, pero desistió. En cambio publicó su experiencia en Twitter y una mujer la contactó para contarle que vivió una experiencia parecida, pero su estafador decía ser de Rionegro, que criaba ponis en México y que al transportar a los equinos a Colombia necesitaba algo de dinero porque necesitaba para un repuesto, pero ella vio la estafa y lo bloqueó.
Otra mujer la contactó porque estaba saliendo con un Juan Fernando, que era también ganadero. Al comparar los audios se dieron cuenta que era el mismo estafador.
El veterinario Damián Manco también le escribió para contarle que el estafador de Tinder colombiano utiliza sus fotos para embaucar a mujeres, que dos de ellas le contactaron para decirle que en 2020 hablaron con un hombre que tenía su apariencia.
La publicación de su historia en las redes le valió un sinfín de críticas y atención en los medios que no esperaba, pero ayudar a otras personas a no caer en la estafa le complace. “Con solo una persona que no cayó, todo esto valió la pena”.