Corea del Norte probó hoy su bomba atómica más potente hasta la fecha, un artefacto termonuclear que según el régimen puede instalarse en un misil intercontinental, lo que de confirmarse supondría un importante y peligroso adelanto en sus capacidades militares.
El sexto ensayo nuclear norcoreano y segundo supuestamente llevado a cabo con un artefacto termonuclear culmina un período de frenética actividad armamentística por parte del régimen de Kim Jong-un, tras probar más de una decena de misiles balísticos desde comienzos de año, entre ellos dos intercontinentales.
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Esta intensificación ha coincidido con la llegada al poder a la casa blanca de Donald Trump el pasado enero -la de hoy es la primera prueba atómica norcoreana bajo su mandato-, y ha generado una de las peores crisis de seguridad en la región en los últimos años.
El nuevo ensayo atómico tuvo lugar hoy en torno a las 12.30 hora surcoreana (3.30 GMT), cuando los institutos sismológicos de Seúl, Tokio y Pekín detectaron un fuerte terremoto de origen aparentemente artificial debido a su escasa profundidad y con hipocentro en la provincia donde Corea del Norte ha realizado sus anteriores test nucleares.
Unas horas después, los medios oficiales norcoreanos anunciaron con su habitual pompa que el país había probado con “total éxito” un artefacto termonuclear que puede ser instalado en uno de sus misiles balísticos intercontinentales (ICBM).
“El test fue realizado con una bomba con un poder sin precedentes”, señaló la locutora de la cadena estatal KCTV Ri Chun-hee, la encargada de dar las noticias más importantes para el régimen, quien añadió que el ensayo tuvo “dos fases” y fue ejecutado por orden directa del líder Kim Jong-un.
La intensidad de la detonación detectada hoy por los países vecinos y por la Organización del Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBTO, en sus siglas en inglés) indica que se trató de un ensayo mucho más potente que los cinco anteriores ejecutados por el régimen.
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La explosión tuvo una potencia estimada próxima a los 100 kilotones, lo que supone el quíntuple que el anterior test atómico norcoreano de septiembre del año pasado, y unas once veces superior a la detectada en enero del mismo año, cuando Pyongyang afirmó haber probado otra bomba de hidrógeno, según Seúl.
Análisis posteriores apuntaron a que el de enero de 2016 fue un artefacto de características inferiores a uno termonuclear, y en esta ocasión Seúl y Tokio han señalado que aún se están analizando los datos recogidos para determinar si se trató de una bomba H.
El ensayo, en cualquier caso, vuelve a demostrar que Corea del Norte no tiene intención alguna de abandonar su programa nuclear pese a la presión sin precedentes de la comunidad internacional y a los recientes llamamientos al diálogo desde Washington y Seúl.
Japón y Corea del Sur condenaron con firmeza el ensayo, ejecutado en la misma semana en que un misil balístico norcoreano sobrevoló el archipiélago nipón y cayó en el Pacífico, y señalaron que están en contacto con Washington para convocar una nueva reunión de Seguridad del Consejo de Seguridad de la ONU y tratar de aislar aún más a Pyongyang.
Pekín, el principal aliado del régimen norcoreano, también expresó su “condena enérgica” y su “firme denuncia” al nuevo desarrollo armamentístico, mientras que Moscú lo calificó de “seria amenaza para el mundo” e insistió en que todas las partes implicadas en el conflicto en la península coreana deben volver al diálogo.
El sexto test nuclear norcoreano ha tenido lugar pocos días antes del 9 de septiembre, cuando se celebra el aniversario de la fundación del país asiático y la misma fecha en la que el año pasado tuvo lugar su quinto ensayo atómico.
A primera hora de hoy y antes de producirse el ensayo, los medios estatales norcoreanos afirmaron que el país había logrado desarrollar con éxito un explosivo nuclear de este tipo que fue cargado en uno de sus nuevos proyectiles ICBM, y mostraron fotos de Kim Jong-un con el supuesto artefacto.
El test, unido a los anteriores lanzamientos de misiles balísticos de los últimos meses, parece dirigido a demostrar con hechos que Corea del Norte es capaz de alcanzar territorio estadounidense con un misil con carga nuclear, aunque muchos expertos dudan de que el país domine ya esta tecnología.