Una semana antes de la Navidad, el primer ministro británico Boris Johnson decretó nuevas medidas de confinamiento para Londres y el sureste de Inglaterra. Entonces, los británicos habían soportado dos cuarentenas y esperaban con ansias poder viajar y reunirse con familiares por las fiestas del fin de año, pues el Gobierno había prometido relajar las restricciones.
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Sin embargo, en los días previos a las celebraciones, las autoridades veían un alarmante crecimiento de infecciones y muertes, provocadas sobre todo por la aparición de una nueva variante del coronavirus (posteriormente bautizada como la “cepa británica”).
En los primeros días de 2021, la situación en Londres era aterradora. “Uno de cada 30 londinenses tiene ahora COVID. Por eso los servicios públicos de Londres instan a todos los londinenses a quedarse en casa, excepto para las compras y el ejercicio absolutamente esenciales”, afirmó la presidenta de los consejos municipales londinense, Georgia Gould, el pasado 8 de enero.
Después de las vacaciones, el primer ministro estableció una tercera cuarentena a nivel nacional. “Con todo el país ya bajo medidas extremas, está claro que tenemos que hacer aún más, juntos, para mantener esta variante bajo control mientras se distribuyen las vacunas. Necesitamos hacer un confinamiento nacional que sea lo suficientemente rígido como para contener esta variante”, dijo entonces.
Johnson no mentía. Se cerraron escuelas y comercios no esenciales y se impusieron restricciones de viaje, tanto dentro del país como con el extranjero. Fueron medidas duras, pero que a la larga ayudaron a reducir los casos y las muertes.
Respiro
El último domingo, hubo cero decesos en Londres, una ciudad que ha sido escenario de alrededor del 12% de las muertes por coronavirus en Reino Unido (que suman unas 127 mil) y fue el epicentro de la primera ola de la pandemia en 2020. En el apogeo de esa ola, en abril del año pasado, se registraron en la capital británica alrededor de 230 muertes relacionadas con el virus por día, señala el medio.
Los confinamientos hicieron el milagro, pero también una intensa campaña de vacunación. De acuerdo con el Gobierno, 30.6 millones de personas ya han recibido al menos una dosis de vacuna y más de 3.8 millones ya han sido inoculadas con las dos dosis requeridas.
Al comenzar la semana, los ingleses respiraban una limitada pero merecida libertad. El Gobierno permitió otra vez las reuniones en pequeños grupos y retomar los deportes al aire libre. “Solo gracias a meses de sacrificio y esfuerzo podemos dar hoy este pequeño paso hacia la libertad y debemos proceder con cautela”, señaló el primer ministro, Boris Johnson, en una rueda de prensa televisada, al anunciar el relajamiento de las restricciones.
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