Ante el avance de las fuerzas iraquíes y kurdas, los combatientes del Estado Islámico (EI) en Mosul comenzaron a modificar su aspecto, afeitándose la barba y cambiando de vestimenta, en un intento de pasar desapercibidos en la ciudad, según múltiples testimonios.
“Vi a miembros de Dáesh (acrónimo de Estado Islámico en árabe) y su aspecto cambió totalmente”, dijo un habitante de Mosul a la AFP.
“Se cortaron la barba y cambiaron de ropa” para confundirse entre la población, agregó el testigo que se presentó como Abu Saïf, un exempresario, al cumplirse el décimo día de la ofensiva de Mosul.
Este miércoles las tropas de élite iraquíes se encontraban a cinco kilómetros de los barrios del este de Mosul, la segunda ciudad de Irak, con 1,5 millones de habitantes.
En los otros frentes, las tropas se encuentran más alejadas, particularmente en el sur.
Para Abu Saïf, los yihadistas cambian de aspecto “porque tienen miedo de los francotiradores” o “porque se preparan a abandonar la ciudad”.
Otro habitante constató por su parte que ya no se ve en los hoteles de Mosul a los comerciantes sirios que hacían múltiples negocios en la ciudad con la anuencia del Estado Islámico.
Muchos yihadistas abandonaron el este de Mosul para replegarse en la orilla occidental del Tigris, el río que atraviesa la ciudad, donde el EI tiene sus bastiones, indicaron residentes y responsables estadounidenses.
Los habitantes de Mosul tienen un acceso estrictamente limitado a la televisión y a internet, pero escuchan claramente el ruido de los combates en los frentes norte y este de la ciudad.
Además cuentan que los aviones de la coalición internacional liderada por Estados Unidos vuelan a menor altitud que en los días anteriores.
La ofensiva se desarrolla “de acuerdo a lo planificado”, afirmó en la víspera el ministro francés de Defensa Jean-Yves Le Drian, anfitrión de una reunión de ministros de Defensa de 13 países de la coalición.
“Dáesh no cayó, pero Dáesh vacila”, declaró Le Drian, que anunció la prolongación hasta “mediados de diciembre” de la misión del portaviones atómico “Charles-de-Gaulle”, de donde despegan los aviones franceses que bombardean las posiciones del Estado Islámico.
A pesar del desequilibrio de fuerzas en el campo de batalla -entre 3.000 y 5.000 combatientes del Estado Islámico atrincherados en Mosul, diez veces menos que las tropas movilizadas por el gobierno y sus aliados- el avance iraquí se hace en forma prudente y lenta debido a las tácticas de guerrilla de Dáesh y el espíritu de sacrificio de sus hombres.
Desde hace una semana, el Estado Islámico utiliza “una cantidad extraordinaria” de armas de tiro indirectas (morteros, cohetes, etc.) y de coches bomba, explicó en la víspera el general Stephen Townsend, máximo jerarca militar de la coalición.
Los kamikazes han afinado la técnica de los atentados. Esconden los coches bomba detrás de muros o en el interior de viviendas a la espera de las tropas para sorprenderlas en el último momento, explicó el general estadounidense.
Como lo temían las organizaciones humanitarias, a medida que los combates se acercan de Mosul aumenta el número de civiles desplazados.
El martes las autoridades acogieron a más de 3.300 desplazados, la cifra más alta desde el inicio de la ofensiva el 17 de octubre pasado, indicaron las autoridades.
La ONU cree que cerca de un millón de personas podrían ser desplazadas por los combates.
Desde el inicio de la ofensiva terrestre contra Mosul, se registraron 8.940 desplazados, según estadísticas de la ONU.
“Todavía tenemos pocos refugiados debido a que la batalla de Mosul no comenzó aún. Pero prevemos una afluencia enorme y la ayuda de la comunidad internacional no está a la altura de las promesas. Si nada cambia vamos hacia una catástrofe”, dijo esta semana un oficial superior del ejército iraquí.
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