El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos reportó un nuevo récord diario de detenciones de inmigrantes. El pasado lunes, 1.179 personas fueron arrestadas como parte de las redadas migratorias intensificadas bajo la administración de Donald Trump.
Desde la toma de posesión presidencial, el pasado 20 de enero, las autoridades han detenido a más de 4.000 inmigrantes, marcando un acelerado ritmo en la aplicación de políticas migratorias más estrictas.
Según datos obtenidos por NBC News, el 52 % de los arrestos corresponde a inmigrantes considerados “criminales”, es decir, personas con antecedentes penales o casos pendientes en sus países de origen. Sin embargo, el restante 48 % incluye a individuos sin historial delictivo, cuya única infracción fue cruzar la frontera de manera irregular.
Incremento en las redadas
El llamado “zar de la frontera”, Tom Homan, responsable de la política migratoria de Trump, ha prometido intensificar las redadas y detenciones. Durante la última semana, las cifras diarias de arrestos han fluctuado entre 400 y 593, alcanzando un máximo de más de 950 el domingo.
En redes sociales, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, compartió videos de redadas realizadas en Nueva York y calificó a algunos detenidos como “los peores criminales arrestados”, señalando que se trata de miembros de pandillas y bandas criminales organizadas.
Polémica en torno a las detenciones
Aunque las autoridades migratorias destacan la detención de inmigrantes con antecedentes penales, los datos reflejan que casi la mitad de los arrestados son personas sin antecedentes criminales ni historial de violencia. Según la legislación estadounidense, cruzar la frontera sin autorización constituye una ofensa civil, no un delito penal.
La retórica empleada por las autoridades, como el uso de términos despectivos hacia los inmigrantes, ha generado críticas de organizaciones defensoras de los derechos humanos, que exigen un enfoque más humano en la política migratoria.
Con el aumento de las redadas, los detenidos enfrentan procesos de deportación acelerados, mientras que las familias y comunidades de inmigrantes viven bajo una creciente sensación de temor y persecución.
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