Hasta el momento 18 personas han fallecido y decenas más quedaron atrapadas en viviendas de Carolina del Norte tras el desbordamiento de varios ríos debido al huracán Florence, que tocó tierra el jueves pasado en el sureste de Estados Unidos y los meteorólogos alertan de que las inundaciones empeorarán.
Florence se mantiene amenazante con vientos máximos sostenidos de 70 millas por hora (110 km/h) y se prevé que cause mayores inundaciones mientras se mueve lentamente sobre Carolina del Norte.
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Las primeras víctimas confirmadas son una mujer y su bebé que fallecieron cuando cayó un árbol sobre su casa de la ciudad de Wilmington, muy cercana al lugar donde Florence tocó tierra hoy.
El padre del bebé también recibió el impacto del árbol, pero sobrevivió y fue trasladado a un centro médico cercano.
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Además, un hombre de 78 años murió al conectar un cable de corriente a un generador eléctrico en el condado de Leonoir, la misma región en la que, según medios locales, otro anciano de 77 años apareció muerto.
Según el canal local CBS 17, la policía estima que esta última muerte se produjo a consecuencia de una caída provocada por un golpe de viento cuando el hombre salió de su vivienda.
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Así, cuatro de las muertes se debieron de manera directa o indirecta a los fuertes vientos que se registran en Las Carolinas desde que Florence llegase a la costa sureste de EE.UU. a primera hora del día como huracán de categoría 1, y que también ha dejado sin electricidad a más de medio millón de personas.
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Pero la mayor preocupación de las autoridades no radica en las fuertes ráfagas, pues, aunque el ciclón ha perdido buena parte del furor de sus vientos desde que alcanzaba el nivel 4 en la escala Saffir-Simpson, de un máximo de 5, mantiene el agua que arrastra, tanto en lluvias como en la intensidad de la marejada ciclónica.
Estos dos factores llevaron a que ríos como el Neuse y Pungo se desbordasen en sus desembocaduras e inundasen ciudades como New Bern y Belhaven, y dejasen atrapadas a decenas de personas, que se vieron obligadas a subir a los áticos o techos de sus viviendas a la espera de la llegada de las unidades de socorro.
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Pero, con vientos sostenidos de unos 150 kilómetros por hora, esta tarea no fue sencilla, y las autoridades pidieron a unos 150 de los afectados que aguantasen como pudiesen pues las condiciones impedían su rescate.
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Esto sucedió incluso antes de que Florence embistiese la costa sureste en Wrightsville Beach, Carolina del Norte, según datos del Centro Nacional de Huracanes (NHC), que anticipa “catastróficas” inundaciones para los próximos días.
El motivo es que el fenómeno se desplaza a solo 6,5 kilómetros por hora y así castiga de manera prolongada unas zonas con un terreno ya saturado de agua, y esta acumulación se suma al aumento del nivel del mar de hasta 4 metros en Carolina del Norte provocado por la marejada ciclónica.
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El Servicio Nacional de Meteorología indicó hoy que lo peor de las lluvias, que han acumulado ya cerca de 38 centímetros en algunos lugares, está por llegar y espera que esta cifra aumente hasta superar un metro de altura.
A ello hay que sumar que, al permanecer durante más de 24 horas sobre la misma región costera, esta tendrá que sumar a este aumento del nivel el propio de la pleamar, lo que empeora la situación en las desembocaduras de los ríos.
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Por ello, las autoridades no se cansan en insistir en que el hecho de que la fuerza de los vientos siga decayendo, a 110 kilómetros por hora, según el último boletín de las 17.00 hora local (21.00 GMT), no resta un ápice de peligrosidad al ciclón mientras este prosigue lentamente su camino hacia el interior del país.
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El gobernador de Carolina del Norte dijo hoy que teme que comunidades enteras puedan ser barridas por el agua de un huracán que está “causando estragos”.
EFE