Los esfuerzos para frenar un cambio climático catastrófico reciben hoy lunes el espaldarazo de más de 150 líderes mundiales presentes en París para una cumbre excepcional por su alcance y sus circunstancias.
Francia, sumida en un clima de tensión palpable desde los atentados yihadistas que dejaron 130 muertos el 13 de noviembre -los hechos de violencia más graves registrados en su territorio desde la Segunda Guerra Mundial- optó por no ceder al terror y mantener la conferencia del clima COP21, destinada a responder a uno de los mayores retos del siglo XXI.
En ese contexto cargado de dramatismo, más de 150 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos Barack Obama (Estados Unidos), Xi Jinping (China), Angela Merkel (Alemania), Dilma Rousseff (Brasil), Enrique Peña Nieto (México) y Ollanta Humala (Perú) reafirmarán en un mensaje de unidad su compromiso con el planeta y las futuras generaciones.
Los dirigentes inaugurarán oficialmente la COP21 a las 11H00 locales (10H00 GMT) y se turnarán para tomar la palabra en discursos limitados a tres minutos.
El evento estuvo precedido este fin de semana por movilizaciones en los cinco continentes, que reclamaron un acuerdo capaz de frenar el calentamiento global.
En París, donde rige el estado de emergencia, hubo manifestaciones que desafiaron la prohibición oficial y una de ellas desembocó en incidentes violentos con la policía, que detuvo a dos centenares de personas.
UN CONTEXTO MÁS FAVORABLE. La COP21, que reúne a 195 países hasta el 11 de diciembre en Le Bourget, en el suburbio norte de París, buscará limitar a un máximo de 2 ºC el calentamiento del planeta con relación a la media de la era preindustrial en el siglo XIX.
Por encima de ese límite, la Tierra sufrirá consecuencias catastróficas que volverían inhabitable muchas regiones de un mundo superpoblado: ciclones, sequías, subida del nivel de los océanos, caída de rendimientos agrícolas, extinción de especies.
Según la ONU, los eventos extremos que comenzó a generar el cambio climático ya se cobraron en las últimas dos décadas 600.000 vidas, una media de 30.000 al año, y dejaron más de 4.100 millones de damnificados.
La cumbre del lunes busca dar un impulso político inicial a las negociaciones, que se iniciaron el domingo a nivel de expertos y se reanudarán a partir del martes, antes de la recta final ministerial de la última semana destinada a concretar el tan ansiado acuerdo global.
La toma de conciencia de la amenaza y un contexto político considerado más favorable que hace cinco años genera cierto optimismo sobre la posibilidad de evitar el fracaso de la conferencia de Copenhague en 2009.
INTERESES DIVERGENTES. El canciller francés Laurent Fabius, que preside la COP21, manifestó un “cauto optimismo” horas antes de la inauguración oficial.
Fabius consideró alentador que 183 países sobre 195 hayan presentado sus INDCs, los compromisos nacionales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero responsables del cambio climático, aunque aún sean insuficientes para evitar superar el tope de 2 ºC.
Contrariamente a lo ocurrido en la capital danesa, China y Estados Unidos -los dos principales emisores de gases de efecto invernadero- pujan esta vez por un acuerdo.
En sentido contrario pesa la divergencia de intereses de países industrializados, economías emergentes y naciones más pobres, potencias petroleras o estados insulares del Pacífico amenazados de desaparición.
Otra dificultad es la naturaleza jurídica del acuerdo de París. Estados Unidos dijo que aceptaría “un acuerdo híbrido”, cuyo carácter vinculante se aplicaría al seguimiento de lo prometido pero no a su realización concreta.
Finalmente, en el delicado tema de los daños padecidos por los países del Sur a causa del cambio climático, los norteamericanos se niegan a una compensación fundada en una responsabilidad histórica de los países ricos en materia de emisiones de carbono.