Una kilométrica serpiente de automóviles recorrió durante horas las agrestes colinas del norte de México para llegar a los 15 años de Rubí, una fiesta de pueblo que degeneró en excentricidades y excesos tras hacerse viral la invitación en las redes sociales y atraer a políticos y empresas.
Unas 10.000 personas de diversas regiones del país atendieron el lunes la convocatoria a la fiesta de Rubí Ibarra, que incluyó una misa solemne, un gran banquete con pasteles y el tradicional mole mexicano, conciertos de populares bandas norteñas y bailes. Pero la “chiva”, una carrera de caballos con apuestas, dejó un muerto y un herido.
“Dos personas ingresaron a los carriles siendo impactados por los equinos (...) Una de ellas fallece en el trayecto” al hospital y la otra permanece internada por una fractura en la pierna, indica un comunicado de la fiscalía de San Luis Potosí (norte), el estado donde tuvo lugar la fiesta.
No obstante, a la manera de las grandes producciones, el show tuvo que continuar en el terreno a cielo abierto de varias hectáreas que se dispuso para la fiesta luego de que acumulara en Facebook 1,3 millones de asistencias confirmadas.
“¡Buenas tardes a todos!”, gritó sobre un gran escenario con efectos especiales y una pantalla gigante la joven de largos cabellos negros y sonrisa enmarcada en un aparato dental.
En respuesta, la muchedumbre dio gritos de frenesí, mientras una enorme delegación de periodistas se arremolinaban contra el escenario para captar cada movimiento de la joven.
Con el ocaso como tela de fondo y rosas rojas en la mano, Rubí danzó un vals con su padre luego de que un empresario anunció que le regalaría un auto nuevo.
Portando un elaborado vestido de destellos plateados y flores rojas, la joven sonreía en todo momento pero el miedo se adivinaba en su mirada ante los cientos de teléfonos celulares que filmaban mientras era coronada con una gran diadema de brillantes.
En el terreno había gente vendiendo comida y se dispusieron carpas con pirámides de latas de cerveza. Muchas personas bailaban o deambulaban portando máscaras de Rubí, mientras algunos niños dormían al ras de la tierra, exhaustos de la maratónica fiesta que comenzó desde la mañana y se extendía entrada la noche.
Esta quinceañera “nació con suerte”, opina Rosalina Fortuna, una taxista de 54 años que viajó desde Coahuila con sus 13 hijos y nietos para cumplir su sueño de ver de cerca a Rubí. Esta familia acampará durante dos días en el terreno para continuar la “maravilla” de fiesta.
De la web, Rubí saltó a las grandes televisoras mexicanas, donde le entrevistaron como una celebridad, ofreciéndole una carrera de cantante y actriz.
Luego, una aerolínea ofreció descuentos en sus vuelos a quienes fueran a la fiesta, una conocida marca de mole alzó la mano para patrocinar el banquete, mientras un gobernador y varios artistas mandaron estrafalarios regalos.
“Esto tomó dimensiones totalmente escandalosas”, opina Mercedes Poiré, directora institucional del Centro de Opinión Pública de la Universidad Del Valle de México, al considerar que “estamos ante un riesgo gigantesco de empezar a caer en la sociedad del absurdo” por dar tanta trascendencia a “algo que francamente no es un tema de importancia”.
La carretera rumbo a Villa Guadalupe estaba minada de flechas rosas que indicaban el camino hacia la fiesta, mientras en los restaurantes aledaños, la gente interrumpía sus alimentos y enmudecía cuando aparecía en la televisión la misa en vivo de la quinceañera.
En un operativo especial, policías locales y federales custodiaban la zona con armas largas, mientras la caravana de cientos de vehículos desfilaba rumbo a la fiesta.
“¡Que viva Rubí!”, se escuchaba desde dentro de las camionetas repletas de jóvenes vestidos con botas y sombreros vaqueros, que coqueteaban con las adolescentes de entallados vestidos.
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