El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunirá el domingo con sus asesores de seguridad nacional para tratar el tema de Siria, donde los rebeldes liderados por islamistas tomaron la capital Damasco y derrocaron al presidente Bashar al Asad.
Hasta ahora, la respuesta de Estados Unidos ha sido discreta, mientras que otros líderes mundiales han intervenido para instar a la paz, elogiando la caída de Asad y alentando una solución política para estabilizar al país asolado por la guerra.
“El presidente se reunirá con su equipo de seguridad nacional esta mañana para recibir una actualización sobre la situación en Siria”, publicó en X el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Sean Savett.
La anunciada salida de Asad se produce menos de dos semanas después de que el grupo islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS) desafiara más de cinco décadas de gobierno de la familia Asad con una ofensiva rebelde relámpago que rompió frentes congelados durante mucho tiempo en la guerra civil del país.
El domingo temprano anunciaron que habían entrado en Damasco y que Asad había huido, lo que provocó celebraciones en todo el país y un saqueo de la lujosa casa del presidente.
El ejército estadounidense tiene alrededor de 900 soldados en Siria y 2.500 en Irak como parte de la coalición internacional que se creó en 2014 para ayudar a combatir al grupo yihadista Estado Islámico.
Washington ha atacado regularmente objetivos en el país, incluidos aquellos vinculados a milicias respaldadas por Irán. Teherán fue un importante apoyo al gobierno de Asad.