1° Que las guerras, aunque han sido proscritas en una montaña de tratados y declaraciones, en el siglo XXI lamentablemente siguen tan presentes como hace 2000 años, confirmando que el uso de la fuerza pervive intacto, creyéndose erradamente idóneo para el arreglo de los conflictos y las controversias entre Estados. Antes como ahora el realismo político nos confirma que la ley del más fuerte sigue imponiéndose por más normas que sigan dictándose y esta realidad no es una predisposición a la anarquía sino el reconocimiento de que aquel que más poder cuenta termina dominando.
2° Con lo anterior, es un fortísimo latigazo para aquellos ilusos que creyeron que las fuerzas armadas deben ser reemplazadas por otras transnacionales argumentando la existencia de amenazas comunes para los Estados como lo sostuvieron por la pandemia de la Covid-19. La seguridad y la defensa son tan indispensables para un país como su desarrollo y prosperidad socioeconómica, por lo que vociferar a los cuatro vientos que adquiriendo armas están dejando de priorizar la compra de alimentos para los niños, es severamente engañoso e irresponsable, poniéndolas en indefensión como pasa por los muertos civiles por la guerra.
3° La invasión de Ucrania por Rusia constituye un severísimo retroceso desde la Paz de Westfalia de 1648 que poniéndole fin a la Guerra de los Treinta Años en Europa, acordó el respeto pétreo de los principios de No intervención y de inviolabilidad de las fronteras nacionales. El ingreso de las tropas rusas en las provincias separatistas ucranianas es un muy mal ejemplo para el derecho internacional creando las condiciones para que otros Estados emulen tan censurable práctica que colisiona con la soberanía de los Estados que es el más grande legado westfaliano.
4° En todos los tiempos los conflictos encarecen la economía de los pueblos. Como en la toma del Santo Sepulcro de Jerusalén, que alteró el comercio europeo, elevando los precios de las mercancías, hoy la guerra R-U lo ha hecho con el precio de los granos y fertilizantes, y no tanto por su escasez sino por la oferta y la demanda, y la especulación por los que quieren lucrar en medio del drama por el conflicto; y, 5° Rusia no es un actor en decadencia como lo ha querido mostrar occidente. Aunque menoscabado, es un actor planetario relevante.