Un día como hoy, hace 74 años, el presidente José Luis Bustamante y Rivero, firmó la tesis de las 200 millas, por el célebre Decreto Supremo N° 781 –fue redactado por su canciller Enrique García Sayán–, que pasó a la posteridad con fama incluida, como Decreto Bustamante. La tesis posteriormente fue recogida en la Convención del Mar de 1982.
Pero ¿En qué consistió esta revolucionaria tesis que cambió la concepción del derecho del mar hasta ese momento vigente? Por más de 2000 mil años la sociedad internacional había asumido a los océanos como un espacio de seguridad militar. Frente a ello, la tesis que apareció en 1947, primero en Chile, y un mes y días después, en el Perú -es verdad que el presidente de EE.UU., Harry Truman (1945), había dados pasos importantes-, incorporó una concepción innovadora del mar, determinada por el criterio socio-económico de los océanos, siendo relevante para los Estados costeros la soberanía y jurisdicción sobre los recursos vivos (peces) y no vivos (minerales) que se hallen hasta la distancia de 200 millas, que el científico, Alexander von Humboldt, había identificado a las aguas frías con altos contenidos de fitoplancton y zooplancton, la mejor sopa marina del planeta.
Por esta tesis el Perú proclamó que ningún otro Estado puede pescar ni extraer riquezas en esa distancia sin su consentimiento. Hacerlo supone el pago de multas. Esta tesis no nos hace propietarios de las aguas como algunos erróneamente creen comparando la soberanía marítima con la que contamos en el suelo del continente pues el mar no se puede poseer como sí sucede con los espacios físicos en tierra firme.
Por esa razón es que no podemos impedir la libertad de navegación como las de sobrevuelo en esa misma distancia (Art. 54 de la Constitución) –salvo las excepciones por el mar territorial (hasta la milla 12) y las que para el espacio aéreo también existen–. El mejor ejemplo para explicarlo es que Chile nunca impidió nuestro libre tránsito por la entonces zona de controversia marítima que tuvimos antes del fallo de la Corte Internacional de Justicia (2014), pero sí que pescáramos. Tributemos nuestro homenaje a la tesis y a quienes patrióticamente la forjaron, adhiriéndonos a la Convemar.