La admisión por cupos preferentes a las universidades públicas y privadas se basa en las notas que los escolares traen de secundaria. Sin embargo, las notas son un elemento vacío si no se sabe cómo se obtuvieron y sirven de poco para anticipar el desempeño universitario. Veamos.
El alumno “X” es estudioso y usualmente obtiene en todas sus áreas notas entre 16 y 17, lo que le da un promedio general de 16.5 con lo que accede al ingreso por tercio superior.
El alumnos “Z” saca entre 13 y 14 en las áreas que no le interesan, pero saca 20 en las que sí le interesan, con lo que también obtiene nota promedio de 16.5
Ambos tienen el mismo promedio, pero solo hay un cupo para el ingreso preferente. Los evaluadores consideran que X tiene más méritos porque evidencia ser estudioso y parejo en todas las áreas, que es algo que los profesores señalan como mérito a “X” y demérito a “Z”.
Si Ud. fuera el evaluador, ¿coincidiría con ellos? ¿Quién tiene más potencial de ser un universitario destacado, capaz de llegar a la frontera del conocimiento y desarrollar innovaciones en la profesión en la que escoja especializarse, y por lo tanto, dar mejor uso al cupo universitario disponible?
Este es tan solo un ejemplo de cómo la información de contexto es tan o más importante que la nota misma, porque también se dan casos de alumnos con puntajes menores que tienen excepcionales dotes intelectuales y académicas pero precisamente por ello se aburren en el colegio, por lo que se limitan a sobrevivir la vida escolar sin mayor esfuerzo.
Al no admitir alumnos así, pierde la universidad y pierde el país.